lunes, 2 de enero de 2023

HAROLD Y MAUDE (1971), DE HAL ASHBY.

Película de culto para muchos, una de las mejores comedias de todos los tiempos para otros, desde mi punto de vista Harold y Maude es una obra que ha envejecido mal. Hija de su tiempo, de una sociedad estadounidense que protestaba contra la guerra de Vietnam y desconfiaba por completo de sus dirigentes, la película de Ashby quiere ser ante todo transgresora. Para ello se nos presenta a dos personajes antagónicos: Harold, un joven que está saliendo de la adolescencia, de familia privilegiada, pero obsesionado por la muerte de una forma muy peculiar: sus principales aficiones son las frecuentes simulaciones de su propio suicidio que organiza y la asistencia a funerales. Por otra parte, Maude es una anciana que está a punto de cumplir ochenta años, pero que se nos presenta como alguien muy vitalista, hasta el punto de que su principal pasatiempo es robar coches y conducir los mismos alocadamente para después abandonarlos en cualquier parte. El problema de la película es que nos quiere presentar esto como una vitalidad maravillosa en una persona de esa edad, cuando en realidad la personalidad de Maude oscila entre la del Torete y la de Homer Simpson. Transgredir y ser rebelde aquí es presentado como apropiarse de la propiedad ajena y hacer un rato el cafre. Si se ponen en peligro vidas ajenas - como estaba haciendo el gobierno en Vietnam, por cierto -  al conducir en sentido contrario o huyendo de la policía, eso no es más que un divertido pasatiempo que lo hace a uno sentirse más vivo y especial. El encuentro entre estos dos seres, tan mágico para algunos, hace que Harold despierte un poco a la vida, pero no demasiado. La autoridad, empezando por la policía, es presentada como absolutamente imbécil, así como el resto de los personajes que aparece en la película, destacando entre ellos la madre de Harold, una mujer con una paciencia infinita para aguantar las excentricidades de su hijo y que se dedica a buscarle una mujer en vez de afrontar su problema mental. Bien, todo esto está narrado en tono de comedia y no hay que tomárselo en serio, pero es que tampoco en este aspecto destaca una película que se dedica durante buena parte de su metraje a repetir el mismo chiste de los intentos de suicidio del protagonista. Una decepción respecto a un título famoso al que tenía muchas ganas de acercarme.

P: 3

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