En lo más profundo de los bosques canadienses viven unos ancianos que han decidido retirarse del mundo, fundamentalmente porque quieren que el resto del mundo los deje en paz. Allí pasan sus días en absoluta armonía con la naturaleza y financiando sus gastos a través de un pequeño cultivo de marihuana. Hasta allí llega una fotógrafa interesada en retratar la vejez, además de una nueva compañera, una mujer que ha pasado toda su existencia en instituciones mentales y quiere vivir sus últimos días en libertad. Y llovieron pájaros quiere ser una reflexión sobre lo que es verdaderamente importante y acerca de si realmente necesitamos vivir en sociedad para sentirnos plenos y felices. Los tres habitantes de la pequeña comunidad apenas hablan de sus conflictivos pasados, por lo que su aislamiento voluntario tiene un sentido, así que se toman con mucho recelo cualquier visita del exterior. Para dinamizar la trama se incluye un devastador incendio en el bosque en el que habitan. Todo muy humanista, excepto la costumbre que impera en la pequeña comunidad cuando uno de sus miembros siente que ha llegado al límite y quiere suicidarse: lo hace acompañado por su perro, cuando la mascota podría quedarse perfectamente viviendo con sus compañeros. Una película interesante que retrata de manera muy hermosa los maravillosos paisajes canadienses y sabe profundizar en las emociones de sus personajes, aunque le sobran algunos minutos de metraje.
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