Todos formamos parte de la historia de nuestras familias, pero es usual que no conozcamos bien éstas crónicas que jalonan nuestros orígenes y pueden explicar en parte nuestro destino y nuestro carácter. La autora del libro, cuya familia procedía de Ucrania, se propuso investigar acerca de su madre, que ella recordaba como una persona eternamente represora, asustada y finalmente asediada por episodios de locura. Aunque al principio emprender tan complicada tarea fue frustrante, poco a poco Wodin fue completando un complejo puzle familiar que desvela todos los horrores padecidos por los ucranianos en el terrible siglo XX, una época en la que ninguna familia pudo librarse de padecer el peso de la Historia con mayúsculas.
Porque a través del relato lejano de sus familiares, que a principios del siglo XX vivían cómodamente en la próspera Mariúpol, la autora va describiendo la Primera Guerra Mundial, la Revolución, la llegada del régimen soviético, la hambruna de los años veinte, la invasión nazi y el contrataque posterior. La investigación, prolíficamente descrita en los primeros capítulos del libro, se compone del examen de fotografías, antiguos documentos, testimonios que va consiguiendo a través de grupos de internet y, finalmente, de una fuente muy valiosa, los diarios de su tía Lidia. Una vez conseguido el acceso a este material, Wodin hilvana la terrible historia de su madre y de otros miembros de su familia, que tuvieron que sobrevivir en la más terrible de las realidades y adaptarse si no querían sucumbir:
Guauuu... "Rusia, la eterna Mater dolorosa"
ResponderEliminarEsa Madre Rusia es peor que una madrastra. Pobre Ucrania
ResponderEliminarUn abrazo
También se ha llamado a España Mater Dolorosa. Ver libro de Álvarez Junco.
ResponderEliminarParece que en esos sitios donde los Seres han sido inmensamente desdichados queda como una resaca de sus padecimientos que se encarnan una y otra vez para multiplicar daño, dolor, injusticia. Os dejo aquí algo que una de mis Abuelas me enseñó: Cuando en una familia los sucesos no son positivos, hay que "purificar la casa" produciendo el humo blanco que surge cuando e queman juntos una ramita de romero seco, incienso y mirra que se compran en herboristerías o farmacias. Juntamos los tres elementos en una vieja sartén, le agregamos un poquito de alcohol y lo encendemos. Enseguida se producirá el humo blanco y lo esparcimos por toda la casa que previamente cerramos bien puertas y ventanas. Cuando se apaga ya el humo, salimos de casa y damos un paseíto.
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