Curiosa mezcla de cine negro con melodrama, aderezada con unas buenas piezas musicales con as que se aprovecha ampliamente la presencia de Cyd Charisse. Con Thomas Farrell quizá Robert Taylor compone uno de sus personajes más complejos y memorables. Porque Farrell es nada menos que un abogado de la mafia que es capaz de cualquier truco sucio para defender a sus clientes, por lo que es muy apreciado por su jefe. Solo el flechazo amoroso que sufre por el personaje de Cyd Charisse le hace replantearse su existencia e intentar huir del mundo criminal en el que ha cimentado su carrera profesional. Y es Farrell es un tipo complejo, un resentido por el complejo que le produce su discapacidad física, pero también alguien que se da cuenta de que necesita desesperadamente redimirse a través de un amor verdadero. Y de eso va esta historia, de segundas oportunidades y del mundo criminal del que es tan difícil desembarazarse. Magnífica fotografía en color y una historia mucho más compleja de lo que parece a primera vista hacen de esta obra una película a reivindicar, una rara avis del cine negro que quizá no se adapta del todo a los cánones del género.
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