domingo, 2 de enero de 2022

GIRL (2018), DE LUKAS DHONT.

Sentir que uno vive en un cuerpo que no le corresponde debe ser una sensación terrible, una poderosa motivación para someterse al penoso proceso químico y quirúrgico que es para muchos y muchas la única manera de empezar a convivir con su verdadero yo. En Girl conocemos a Lara, una adolescente nacida varón que está comenzando con su proceso de adaptación con el pleno apoyo de su familia. También en la Escuela de danza a la que asiste (y en la que se esfuerza hasta límites que ponen en peligro su salud) sus compañeras la tratan con total normalidad, con el que el auténtico infierno de Lara no son los otros, sino ella misma. El odio que siente por su cuerpo, por sus órganos masculinos hacen que cada día sea un tormento que debe disimular ante sus seres queridos. Como en la adolescencia el tiempo pasa tan despacio, ella no aprecia avance alguno en su tratamiento hormonal y la fecha de su intervención quirúrgica le parece muy lejana. Lara necesita sentirse plenamente mujer de inmediato y eso va a llevarnos a un terrible final, matizado con algunas imágenes esperanzadoras. Girl es una película valiente porque obliga a reflexionar a muchos niveles acerca de una realidad de la que se habla mucho pero se conoce poco: los únicos que podrían hablarnos con conocimiento de causa son sus protagonistas. Dicho lo cual, parece evidente que la respuesta no solo está en la medicina, sino también en el difícil trabajo psicológico que deben afrontar quienes se someten a estos procedimientos, aun cuando sean aceptados plenamente por su entorno más inmediato.

P: 7

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