Lo que es indudable que ante el próximo final todos nos arrepentimos de actos del pasado y de no haber expresado todo nuestro amor a los seres queridos. Esta es la tesitura a la que se enfrenta Michka, la protagonista de la novela. Siendo niña y en plena ocupación nazi de Francia, fue entregada por su madre a unos desconocidos en un acto desesperado por ocultar a una hija destinada a ser asesinada por ser judía. Los desconocidos la ocultaron y la criaron, exponiéndose a un destino terrible si eran descubiertos. Michka siente que jamás agradeció un gesto de bondad tan pura y comprende que debió poner más empeño en encontrar a sus ángeles de la guardia para expresarles su reconocimiento.
En cualquier caso Michka, quizá de manera inconsciente, acogió en su casa hace años a una niña que necesitaba amparo. Ésta, convertida ya en una mujer, visita con frecuencia a la protagonista en su habitación de la residencia. Tenemos también a otro personaje en este pequeño drama, Jérome, el logopeda que intenta ralentizar la afasia que atormenta a la anciana, que le está haciendo perder el uso del lenguaje día tras día. Pero el servicio que presta Jérome irá mucho más allá de lo terapéutico: en sus vacaciones va a aprovechar para indagar en la historia de su paciente y localizar a la hija de sus benefactores: el agradecimiento llega entonces de la manera más insospechada: después de todo, Michka va a tener la oportunidad de irse en completa paz.
Los agradecimientos es una novela atípica, en el sentido de que no estamos acostumbrados a que los novelistas de prestigio se dediquen a contarnos historias de buenos sentimientos. Es una propuesta de fácil lectura que pretende hacer llegar al lector un mensaje claro y contundente, que a veces los pequeños gestos son los que dan sentido a vidas enteras. Está bien escrita, pero no va más allá de lo ya expuesto ni lo pretende. Humanismo literario que no intenta ser profundo, sino cristalino.
Paree atípica pero interesante. Un abrazo
ResponderEliminarExcelente el espíritu que animó esta obra de Delphin de Vigan.Ya hace varias décadas surgieron los Hogares para Personas de la Tercera edad en casi todas las ciudades del Mundo. Para muchas familias era la solución ideal para la mejor atención de sus mayores. La Pandemia los ha dejado a estos internados vacíos. Todos sus ocupantes han fallecido. Aún los de mayor categoría. Los que cada tarde ofrecían espectáculos diversos a quienes allí residían. Fueron quizá las primeras víctimas de la Pandemia, ya que se ignoraba su letalidad.
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