jueves, 2 de abril de 2020

LA CONJURA CONTRA AMÉRICA (2004), DE PHILIP ROTH. EL ÁNGEL CAÍDO.

Charles Lindbergh es un ejemplo emblemático de héroe caído en desgracia, un ciudadano estadounidense que realizó una hazaña sin precedentes (cruzando el Atlántico en un vuelo sin escalas en 1927) y que pocos años después se ganó la compasión de toda la nación cuando perdió a su hijo pequeño en un sórdido caso de secuestro y asesinato. Pues bien, Lindbergh fue perdiendo poco a poco ese capital de admiración cuando se fue acercando a los grupos fascistas estadounidenses y expresó sin reservas sus simpatías por Adolf Hitler. Su ideal político era totalmente aislacionista: era un líder de opinión que predicaba que a Estados Unidos no se le había perdido nada en las guerras europeas y que su posición debía ser de estricta neutralidad, aun sabiendo que dicha política solo podía conducir a una victoria total de las fuerzas del Eje. En sus Diarios, Lindbergh había dejado escritas perlas como ésta:

"Ya hay demasiados judíos en lugares como Nueva York. Unos pocos aportan fuerza y carácter a un país, pero demasiados crean caos. Y ya tenemos demasiados."

En La conjura contra América, Roth imagina una especie de distopía en la que Charles Lindbergh se presenta a la presidencia de Estados Unidos, en los albores de la Segunda Guerra Mundial y consigue una victoria aplastante con sus tesis aislacionistas por bandera. La comunidad judía de Newark en la que vive el protagonista se inquieta. Por lo pronto, la vida sigue como siempre, aunque hay ciudadanos que empiezan a mirarlos mal. El padre de Philip, con inquietudes políticas, lo tiene claro: el modelo que va a implantar el nuevo presidente se va a inspirar en el alemán, solo que tendrá que ir haciendo que el odio a los judíos se instale poco a poco entre sus ciudadanos, ya que hay pocos precedentes de pogromos en el país. Bajo la mirada todavía inocente del joven Philip, de ocho años, la tensión en el país va subiendo, hasta desembocar en la desaparición del presidente, una especie de golpe de Estado auspiciado por el ala más ultra del gobierno y una explicación un tanto rocambolesca a todo lo sucedido.

El punto fuerte de la novela de Roth es que tiene mucho de costumbrista, lo que le da el toque de realismo necesario para hacer verosímil "el terror de lo imprevisto es lo que oculta la ciencia de la historia, que transforma el desastre en épica", es decir, esas desviaciones de la historia que siempre son posibles y que llegan a torcer lo que se supone que debería ser el transcurrir lógico de los acontecimientos. Además, el autor de Patrimonio, profundo conocedor de las visicitudes políticas de la época, otorga un papel relevante en la trama a personajes históricos como Fiorello La Guardia, Franklin Roosevelt o Joachim Von Ribbentrop. Imaginar unos Estados Unidos dominados por el fascismo no constituye un ejercicio tan de ciencia ficción (solo hay que mirar al actual titular de la presidencia), pero que eso ocurriera en los años cuarenta tenía un plus de peligrosidad, en un contexto dominado por los éxitos del Tercer Reich en la conquista del continente europeo. Dejar sola a Gran Bretaña en esa tesitura hubiera constituido un desastre sin paliativos para el bando democrático. La serie de David Simon basada en la novela, cuyo primer capítulo ya he tenido la oportunidad de ver, parece que hace justicia a esta magnífica obra.

3 comentarios:

  1. Inquietante...Vale la pena pasearse por un escenario que ha podido ser cierto

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  2. En mi modesta opinión, el argumento de Philip Roth tiene un par de incoherencias históricas. Para empezar, el movimiento "America First" https://en.wikipedia.org/wiki/America_First_Committee del cual Lindbergh formaba parte fue muy popular, pero no quería decir que los americanos estuvieran aterrorizados por la posibilidad de la guerra. Y muy pocos se oponían a que se ayudase a Gran Bretaña. Es poco probable que hubiera habido apoyos a una política de total neutralidad y de casi simpatía por la Alemania nazi. El otro error de la historia, el más grave, es que imagina que LindbergH, ya presidente a primeros de 1941, firma un tratado de paz con Hitler y Gran Bretaña sigue luchando sola. La posibilidad del tratado de paz es verdad que existió (la propuso nada menos que Joseph Kennedy, el papá de JFK) pero sin apoyo económico norteamericano Gran Bretaña no tenía opción a seguir luchando.

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  3. Sí, es verdad que lo del pacto de Islandia es poco extraño. También que Estados Unidos entre en la guerra mucho más tarde y que el resultado final de la contienda sea el mismo que en nuestra realidad. Gracias a los dos por pasaros por aquí.

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