Para Ian Morris la historia del hombre es la historia de los modos de captura de energía que ido jalonando su evolución. El primer estadio es el de los cazadores recolectores, formados por tribus pequeñas cuyo principal valor es el igualitarismo y que aceptan la violencia habitual en su modo de vida. Al nomadismo le fue sucediendo el sedentarismo propio de las prácticas agrícolas, que fueron la semilla de una sociedad campesina, mucho más compleja que la anterior, en la que se empieza a aceptar la idea de jerarquía y se intenta evitar en lo posible la violencia. Por último, nosotros nos encontramos en la sociedad de los combustibles fósiles. A estas alturas somos capaces de capturar enormes cantidades de energía en nuestro beneficio, condición indispensable para el progreso económico y social. Nuestra sociedad se basa en la igualdad de derechos (no tanto en la económica) y la violencia constituye un valor absolutamente rechazable, salvo en casos de extrema necesidad. Todos estos principios, que han ido forjándose con el paso de los milenios, se pueden resumir en los siguientes valores, que pueden calificarse casi como eternos: tratar a la gente equitativamente, ser justos, amar y odiar, evitar el daño y acordar que hay cosas sagradas.
Así pues, la historia humana va evolucionando a través de paulatinos cambios sociales (que a veces tardan siglos en asentarse), que van imponiéndose porque los modos de captura de energía cada vez más sofisticados permiten una mayor densidad poblacional y esto permite a su vez ir probando nuevos modos de organización y jerarquía social que triunfan frente a los más primitivos. Los valores esenciales que surgen de estos cambios van imponiéndose según convenga a la organización social y ello repercute en factores como la división del trabajo, el papel de las mujeres en la sociedad, el respeto a los derechos humanos y a las costumbres extranjeras. Es evidente que el progreso tiene sus víctimas. Quizá se sintiera más libre un cazador nómada que un campesino sometido a la servidumbre de un señor medieval, pero a la larga los cambios han sido positivos, sobre todo cuando se han guiado los mayores niveles de captura de energía en pos del bienestar básico del mayor número de estratos sociales, aunque para que esto sea posible es necesaria una evolución de las mentalidades, que siempre es mucho más lenta que la evolución tecnológica.
El punto más polémico es quizá la afirmación de que "cada era tiene el pensamiento y las ideas que necesita". Eso nos llevaría a aceptar que la historia es determinista y que todos sus acontecimientos han sido necesarios para llegar al punto en el que hoy estamos, de éxito del sistema democrático, porque es el que más crecimiento económico produce y el que mejor lo reparte entre sus ciudadanos. Esto es especialmente peligroso en este momento, puesto que los sistemas autoritarios no han dicho todavía su última palabra, sobre todo ante el cisne negro que ha aterrizado sobre el mundo en forma de pandemia, cuyas consecuencias son todavía a día de hoy muy inciertas. ¿Y si la gente acaba decantándose por sistemas como el chino o el ruso estimando que un gobierno sin oposición y que puede suspender los derechos de la gente a placer es mucho más fiable frente a crisis de este calado? Quizá el debate de la jerarquía de valores humanos entre libertad y seguridad vuelva a abrirse y las consecuencias tengan que ver con un retroceso de la idea de sociedad abierta que hasta ahora hemos conocido.
El libro de Morris no termina con sus propias tesis, sino que el autor presta sus páginas a voces críticas con sus planteamientos, como las del historiador Richard Seaford o la escritora Margaret Atwood, aunque sí que se reserva un último espacio para rebatir dichas tesis reforzando sus propios argumentos. Un debate apasionante y complejo que es abordado desde el prisma de los diferentes puntos de vista propios de diversas especialidades.
Muy interesante tu propuesta. Las teorías de la evolución psicosocial son siempre apasionantes.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz tarde
Buen comentario. Añadir que el señor Morris en su libro también justifica la esclavitud en la Antigüedad, argumentando que el rendimiento del trabajo en aquella época no permitía obtener beneficios contratando asalariados.
ResponderEliminarOtra reseña del mismo libro: https://unpocodesabiduria21.blogspot.com/2017/08/cazadores-campesinos-y-carbon-2015-ian.html
Gracias a los dos.
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