El del mal es un concepto líquido como pocos. Lo que para unos es terrible, en otros lugares puede ser completamente lícito y respetable. Hay países y épocas que han considerado, por ejemplo, a la homosexualidad como el mayor de los males, actuando para su erradicación con la mayor brutalidad. Cualquier occidental de hoy día tendrá la convicción de que aquí el malo es el represor, no el reprimido. Quizá muchas prácticas cotidianas que hoy día damos por sentadas, como el comer carne de animales, en el futuro se consideren aberraciones y señalen a nuestra época como una época malvada.
La doctora Shaw comienza su libro transmitiéndonos la idea fundamental de que todos podemos ser malos de un modo u otro. Todos actuamos alguna vez con mezquindad, engañamos y tenemos pensamientos perturbadores. Aunque esta realidad nos parezca algo terrible, su aceptación como algo enteramente humano nos permite dar el primer paso para entender el concepto de maldad. Quizá las peores personas son las que carecen de herramientas para reprimir sus más bajos instintos, herramientas que se encuentran fundamentalmente en la corteza prefrontal de nuestros cerebros. Shaw hace referencia en este sentido a los experimentos más clásicos acerca de la maldad humana: el de Milgram y el de Zimbardo, que probaron que la mayoría de nosotros somos capaces de cometer actos perversos y de deshumanizar al otro si nos lo ordena una autoridad o si nos invisten de cierto poder sobre los otros. El caso emblemático de Eichmann probó que cualquier ser gris puede participar sin muchos dilemas morales en una maquinaria de exterminio, sobre todo si sus tareas son burocráticas y no se encarga directamente de las ejecuciones.
Uno de los puntos a los que más presta atención Shaw es la apreciación social a lo largo del tiempo de lo que es normal o no en materia de sexo. Aunque nos encontremos en la época más liberal de la historia, siguen existiendo muchos tabúes al respecto. Las fantasías y el fetichismo sexual son realidades absolutamente frecuentes en los seres humanos, pero se reprimen en muchas ocasiones, porque nadie quiere ser señalado como pervertido, sobre todo cuando dichas fantasías serían socialmente inaceptables. En cualquier caso, la autora señala que, al igual que los deseos de asesinar a alguien que alguna vez nos pueden asaltar, normalmente tampoco hay intención real de poner estos pensamientos en práctica.
Algunas de las afirmaciones del libro quizá sean más discutibles, como que la mayor agresividad que se da en el sexo masculino porque "la sociedad cría a los niños para que sean más desinhibidos, agresivos y físicamente más activos que las niñas", cuando está claro que esto tiene mucho más que ver con la biología y con la herencia de nuestros antepasados que con las costumbres sociales. Esto se acentúa cuando Shaw pone al concepto de machismo como panacea de todos los males de la sociedad, exagerando, a mi entender, cuando afirma que las agresiones sexuales gozan de mucha aceptación social:
"El asalto sexual ocurre al menos en parte porque las personas albergan puntos de vista fundamentales, compartidos por una gran porción de nuestra sociedad, que los hacen parecer como comportamientos aceptables, comprensibles o al menos tolerables. Nosotros, como sociedad, perpetuamos un conjunto de valores misóginos que tienen raíces tan perversas que solo pueden hacer daño.
Todos ayudamos a convertir a los hombres en depredadores sexuales.
Todos somos culpables, aunque algunos más que otros. ¿Cómo? Empieza con cosas pequeñas, el machismo cotidiano, que crea una cultura generalizada de objetivación, acoso y agresión sexual. Tanto las mujeres como los hombres se involucran en una serie de conductas que hacen que el maltrato de las mujeres parezca algo correcto.
Como cuando conoces a una mujer y le dices que es atractiva, luego que es interesante o inteligente. Cuando te ríes de las bromas en el trabajo que implican que Suzie es una puta o Amanda es una perra. Cuando te enojas si una mujer no quiere dormir contigo y le dices que es una calentorra. Cuando asumes que las mujeres no quieren sexo, por lo que los hombres tienen que persuadirlas para que lo tengan. Cuando te molesta que una mujer te haya puesto en la «zona de amigos». Cuando asumes que por pagar una cena, una bebida o comprar un regalo tienes derecho a tener relaciones sexuales.
Pero ¿cómo puede todo esto llevar a una violación? La sociedad enseña a los hombres que el maquillaje en nuestras caras es para ellos. Que la ropa que llevamos es para ellos. Que nuestros cuerpos son para ellos.
(...) Desafortunadamente las estadísticas muestran que el asalto sexual es tan frecuente que si enviáramos a todos los perpetradores a una isla remota, veríamos que nuestra población se reduciría drásticamente. Quienes asaltan sexualmente a otros son personas normales, son nuestros hermanos, padres, hijos, amigos y parejas"
Definir a nuestra sociedad como un conjunto de seres que conspiran para que "el maltrato de las mujeres parezca algo correcto", podía ser válido en épocas pretéritas (y aun así con algunos matices), pero hacerlo ahora, cuando existe un amplio consenso en desarrollar políticas de prevención y respuesta contra los agresores (que siguen siendo una minoría social y ampliamente estigmatizada por la gran mayoría), resulta bastante perturbador. También la idea de que el testimonio de una mujer debe ser suficiente para condenar a alguien. Es malvada la idea de poner en cuestión uno de los grandes principios de nuestras sociedades democráticas: la presunción de inocencia y el derecho a la defensa. En realidad, el rigor científico mostrado en capítulos precedentes oscila aquí hacia una ideología determinada que parece basarse en la idea del hombre como agresor sexual en potencia
Esto último no es obstáculo para que en líneas generales Hacer el mal sea un libro muy bien escrito y capaz de transmitir con rigor ciertas ideas básicas sobre la psicología del mal, porque sí que consigue casi en su totalidad su propósito de comprender mejor el lado oscuro de la humanidad.
No sé si comulgaría con todas las teorías, pero interesante sí me he parecido
ResponderEliminarUn abrazo
La verdad que yo leí el libro y no me pareció especialmente original, a pesar de que es reciente. Pero el contenido es abundante, y por lo tanto aprovechable.
ResponderEliminarhttps://unpocodesabiduria21.blogspot.com/2020/02/hacer-el-mal-2019-julia-shaw.html