viernes, 16 de febrero de 2018

COTO VEDADO (1985), DE JUAN GOYTISOLO. SEÑAS DE IDENTIDAD.

El género autobiográfico es sin duda el más difícil. A la labor de hacer interesante para el lector la propia vida, se une el lógico pudor de escarbar en lo más íntimo de uno mismo y de los seres queridos sin parecer un mero exhibicionista sentimental. La de Juan Goytisolo es una existencia brillante, moteada por puntos oscuros y un tanto sórdidos. Nacido pocos años antes del estallido de la Guerra Civil, la contienda le dejará una huella durarera, tanto en el plano familiar, con la muerte de la madre en un bombardeo, como en el intelectual, al haber sido un jovencísimo testigo de la cruenta lucha entre las dos Españas y del advenimiento de un régimen dictatorial, odiado hasta el punto de hacerle renunciar a su procedencia burguesa.

Una parte importante de Coto vedado está dedicada a la justificación de Goytisolo de su homosexualidad y su atracción por lo sórdido. Cuenta el escabroso caso de los ataques nocturnos a su cama por parte de su abuelo, un pederasta que ya había sido amonestado seriamente con anterioridad por su actitud, pero que reincidía siempre que tenía ocasión. Luego está la figura de su padre, viudo prematuro, amante del orden y por lo tanto tolerante con el status quo construido por el franquismo, que va viendo como sus hijos toman el camino errado de la colaboración clandestina con elementos hostiles al régimen. Mientras tanto, el futuro autor de Campos de Níjar, va descubriendo la literatura en un ambiente hostil a la misma, lo que lleva inevitablemente a tener que recurrir a prácticas tan prohibidas como excitantes, porque no hay nada tan placentero como leer lo que está proscrito:

"Cuando el venero de obras singulares o extrañas parecía a punto de apartarse, Mariano, valiéndose de sus conexiones familiares, me facilitó la entrada a la trastienda de publicaciones prohibidas de dos o tres librerías. Allí, temblando de excitación, mi amigo y yo habíamos escudriñado los anaqueles y rimeros donde se alineaban o amontonaban aquéllas, deslumbrados por la increíble plétora de autores y títulos que conocíamos solo de oídas y cuya asimilación, según presentíamos, sería indispensable a nuestra correcta formación intelectual: Proust, Kafka, Malraux, Gide, Camus, Sartre."

El primer viaje de Goytisolo a París va a suponer el descubrimiento de la verdadera libertad, el deslumbramiento de una vida cultural a años luz de la española, pero también cierta nostalgia de su tierra natal, por lo que su vida se convierte en un continuado discurrir entre un país y otro. La realización del servicio militar, junto con numerosos compañeros procedentes de las tierras más castigadas de Murcia y Andalucía le llevará a otro valioso descubrimiento: el de las tierras del Sur, el de la pobreza extrema en la que sus habitantes luchan día a día contra la adversidad intentando mantener un mínimo de dignidad. Después de haber conocido en Francia a gente de la relevancia de Jean Genet o Marguerite Duras, el encuentro con los marginados va a ser quizá el definitivo catalizador de su carrera literaria, repleta de influencias provenientes de mundos opuestos, construyendo a un ser que fluctúa entre el norte y el sur, aspectos que imagino se desarrollarán con mayor intensidad en la segunda parte, En los reinos de Taifas.

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