sábado, 10 de enero de 2015

CHARLIE HEBDO.

En El nombre de la rosa la trama aludía a un libro perdido de Aristóteles sobre la comedia e incluso se llegaba a discutir si Jesucristo y los santos habían reído alguna vez. Las religiones rara vez se han llevado bien con la risa, porque la falta de respeto a lo sagrado disipa el miedo y la sumisión, que son sus atributos fundamentales. Y sin temor de Dios, la religión pierde su esencia. Por eso, al atentar contra un medio como Charlie Hebdo los terroristas sabían muy bien lo que estaban haciendo: estaban clavando una estaca en el corazón de las libertades democráticas.

Personalmente, nunca he confiado en nadie que no es capaz de reirse de sí mismo. El fundamentalismo es odioso no solo porque atrapa las mentes de jóvenes y los convierte en asesinos en nombre de dios, sino porque es imposible discutir con él: quien posee la verdad sagrada será impermeable a todo argumento racional. Son como niños que se obstinan en una sola idea y se enrabietan contra quienes les contradicen. El problema es que estos niños cuentan con armas sofisticadas y la firme voluntad de morir por su doctrina, vengando a Alá. Hay quien dice que habría que hacerles alguna concesión, ser más respetuoso con el islam y evitar en este caso cualquier tratamiento burlesco, porque hay gente muy susceptible por ahí, que matará para vengar estas afrentas. Pero eso sería un error. Cualquier concesión a esta gente generaría nuevas exigencias y pronto reclamarían, por ejemplo (es realmente lo que les gustaría ver alguna vez) que todas las europeas vistan con el burka y los demás recemos todos los días mirando a La Meca. Por muy terroríficas que sean sus acciones, debemos pensar que rendirnos a sus exigencias sería mil veces peor. Lo mejor que podemos hacer ahora es rendir homenaje a estos valientes defensores de la libertad de expresión, que han muerto realizando la más noble de las funciones sociales: hacernos reir, aun cuando llevaban años trabajando bajo una amenaza cierta que, desgraciadamente, se ha consumado.

Copio aqui unas líneas de un lúcido artículo que publica hoy en El País el periodista David Brooks: 

"Los humoristas y los caricaturistas exponen nuestras debilidades y vanidad cuando nos sentimos orgullosos. Minan el autobombo de los triunfadores. Reducen la desigualdad social al bajar a los poderosos de su pedestal. Cuando son eficaces, nos ayudan a enfrentarnos a nuestras flaquezas en grupo, ya que la risa es una de las experiencias cohesivas por antonomasia.
  
Es más, los expertos en provocación y ridiculización ponen de relieve la estupidez de los fundamentalistas. Los fundamentalistas son gente que se lo toma todo al pie de la letra. Son incapaces de adoptar puntos de vista diversos. Son incapaces de ver que, aunque su religión pueda ser digna de la más profunda veneración, también es cierto que la mayoría de las religiones son un tanto extrañas. Los humoristas señalan a quienes son incapaces de reírse de sí mismos y nos enseñan a los demás que probablemente deberíamos hacerlo también. En resumen, al pensar en quienes provocan y ofenden, deseamos mantener unas normas de civismo y respeto y, al mismo tiempo, dejar espacio a esos tipos creativos y desafiantes que no tienen las inhibiciones de los buenos modales y el buen gusto."

4 comentarios:

  1. "que se obstinan en una sola idea y se enrabietan contra quienes les contradicen. " Es que, previamente les han lavado el cerebro. Hace unos años, visitando una ciudad se me acercaron tres jóvenes y comenzaron a hablarme muy educadas y las escuché. Pertenecían a una secta que se conocía como "la Comunidad ". Pensé que era un asunto de política, pero nó. Continué mi camino y entrando en un shopping, me abordan otras tres señoritas. Les presto atención y, parecía increíble, palabra por palabra me repitieron lo mismo que las 3 primeras. Hasta las inflexiones de la voz, las repetían. Tiempo después sus dirigentes cayeron en una redada policial, y sí, efectivamente, utilizaban métodos mediante grabaciones, y las apartaban de sus familiares.A esta gente, no me caben dudas, le hacen lo mismo.

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  2. Aunque soy un tanto escéptico acerca del futuro del humor y acerca de sus orígenes humanos, no cabe duda de que hoy por hoy la crítica humorística es importantísima: la gente siempre tiene tiempo para un chiste (incluso para uno malo). De esa forma, una publicación como "Charlie Hebdo" tiene la capacidad de llegar a mucha más gente que los eruditos editoriales del "New York Times". Además, el humor exige tolerancia y eso también es bueno.

    Con todo, reflexionemos sobre algo que los mismos islamistas han señalado: el liberalismo occidental pretende que nos podemos reír de todo y no hay nada sagrado. Sin embargo, no se consienten chistes (ciertos chistes) que implican burlas raciales, prácticas sexuales abusivas e incluso sobre el Holocausto judío (algo que molesta a los islamistas que luchan contra Israel). Ellos dicen que por qué sí se consienten burlas al profeta Mahoma.

    En lo que se refiere al uso del humor, hay que ser siempre precavido. Yo, personalmente, soy partidario de que se diga y se publique lo que se quiera. Y tampoco hay que caer en la trampa de considerar que hay una diferencia entre "condenar moralmente" la blasfemia y hacerlo con metralletas. La intolerancia es siempre la misma, y estoy seguro que muchos de los líderes islámicos que ahora han condenado en público los asesinatos del "Charlie Hebdo" en privado opinan muy diferente.

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  3. Realmente creo que las religiones no deben estar exentas de críticas y humor, como cualquier otra institución humana. Creo que es la mejor receta contra cualquier sectarismo. Si empezáramos a hacer concesiones, estoy seguro de que terminarían pidiendo, bajo amenaza de nuevos atentados terroristas, que las mujeres lleven velo, que se enseñe el Corán en las escuelas y las farmacias dejen de vender preservativos, por ejemplo... Las faltas de respeto van en lo personal, no en lo colectivo.

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  4. Ciertamente, dado lo importante que es hallar la religión verdadera, debemos ser más exigentes con las religiones (o cualquier otra forma de ideología) que con otros aspectos de la vida. Por eso debemos "exponer" más la religión. Criticarla más, ponerla a prueba, mofarnos de ella más, si hace falta. Si alguna religión aguanta todo eso, entonces es que es la religión buena. Y si al final no queda ninguna, pues mejor.

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