Aunque no demasiado conocido en España - pese a que se ha publicado buena parte de su obra - Leo Perutz es un bocado exquisito para todo amante de la literatura. En mi caso, aunque tenía previamente alguna referencia de él, lo leo estimulado por la recomendación que nos hicieron mis amigos Begoña y Francisco Javier, autores de Lluvia púrpura, cuando pasaron por la biblioteca Cristóbal Cuevas.
Perutz es uno de esos escritores centroeuropeos que nacieron a finales del siglo XIX y, por lo tanto, les tocó vivir lo mejor y lo peor de los acontecimientos de la primera mitad del siglo XX: la apoteosis de Viena como centro cultural europeo y las dos guerras mundiales, la segunda de las cuales partió su vida en dos, ya que la segunda parte de la misma transcurrió en Palestina. Es curioso observar que un punto de su biografía, en la primera década del siglo, trabajó en Trieste en la misma compañía en que lo hacía Franz Kafka en Viena. ¿La labor que se desempeñaba en la Compañía de Seguros Generales inspiraba a los genios literarios?
El caballero sueco tiene mucho de realismo mágico antes de que se inventara el realismo mágico. El lector va a seguir las andanzas de un ladrón que malvive en los caminos y que conoce a un oficial del ejército sueco que ha desertado a causa de un malentendido. El oficial, joven ingenuo, sigue creyendo en la nobleza de la causa del rey sueco y en la gloria que puede obtenerse en la guerra. El ladrón es un ser mucho más astuto y práctico y cuando se le presente la ocasión de adoptar la personalidad del oficial, va a aprovecharla en su beneficio. Antes liderará una banda de rebeldes que se esconde en el bosque y comenzará una campaña de robos hasta entonces inédita por sacrílega: el asalto de iglesias y conventos en busca del oro y la plata que acumulan desde tiempos inmemoriales.
Precisamente la novela de Perutz no ahorra críticas a la crueldad de la iglesia, personificada en un obispo del lugar que posee una inmensa fundición que todos llaman la Forja del Obispo y que es como una especie de infierno en la Tierra que sirve para redimir a los malhechores y para hacer a su dueño aún más rico. Los desventurados que acaban en la Forja del Obispo saben que morirán en pocos meses si el destino se apiada de ellos. Si no sucede así, el hombre que salga de allí después de unos años de trabajo infernal será muy distinto al que entró. Será un hombre sin miedo, pues ya ha vivido lo peor por lo que puede pasar un ser humano.
Así pues, el ladrón posee buenos argumentos para justificar sus crímenes contra la religión, argumentos muy avanzados e insólitos para la época:
"Todo lo que hay sobre la tierra es de Dios. El oro y la plata que tienen guardados los curas es de Dios, y seguirá siendo de Dios aunque los metamos en nuestros sacos. Creo que es una buena obra poner en circulación los tesoros que allí descansan. Y si es un pecado, como dices, debes saber que así como no se puede hacer un jubón sin una vara ni unas tijeras, ni una casa sin llamar a un carpintero o a un albañil, tampoco podrás tener mejores días sin haber cometido antes un pecado."
Además, tiene una opinión muy personal de la relación de los hombres con Dios:
"Es posible que Dios no quiera que ganen el cielo demasiados hombres. (...) Tengo para mí que Dios prefiere mantener a los hombres lejos de él, en los infiernos, antes que en el cielo. Porque ¿qué puede esperar de ellos? En cuanto hubo cuatro hombres en la Tierra se mataron a palos, y no creo que en el cielo vayan a hacer otra cosa."
El cielo y el infierno se dan cita en la vida del ladrón. Él sabe acoger a los dos, pero sabe que el destino es caprichoso, sobre todo con un hombre de su pasado. El ladrón es sabio y comprende que uno solo puede forjarse ese destino hasta cierto punto. Al final los pecados acaban pasando factura y hay que afrontarlos. El caballero sueco es una novela cruel y absorbente al mismo tiempo, una narración original que me deja con ganas de conocer más obras de Perutz.
No se si tendra relacion o no, en esta historia el poder lo tiene la iglesia, aunque el ladron sea sabio. En la sociedad actual, el poder lo tienen los corruptos, y el que es listo de verdad acaba o pidiendo, o robando, y para colmo si robas para comer acabas en la carcel. Eugenia
ResponderEliminarTu post sobre Perutz me atrapó. Veré de conseguir el libro. Felicitaciones por el nuevo formato. Me gusta !
ResponderEliminarTienes toda la razón del mundo, Eugenia, aunque la iglesia conserva mucho más poder del que parece a primera vista. Muchas gracias Beatriz. Lee y Perutz y no te arrepentirás.
ResponderEliminar¡Saludos!