viernes, 22 de noviembre de 2013

CASA SOSTOA.

El ecosistema de la vida cultural malagueña alternativa, aquella que se mueve al margen de los eventos oficiales, es mucho más amplio de lo que uno pudiera pensar. Ayer tuve la oportunidad de conocer Casa Sostoa, un proyecto de Pedro Alarcón, que ha transformado su propio hogar en un lugar sorprendente, a la vez acogedor y perturbador. Enclavada en una de las zonas más populosas de Málaga, da la impresión de ser un auténtico oasis, casi un espejismo. Quien entra allí por primera vez tiene la sensación de penetrar en una realidad totalmente ajena a la de la ciudad que se ve desde sus ventanas, pero a la vez totalmente integrada en ella. 

Casa Sostoa es una galería de arte que comparte espacio de manera natural con una vivienda o una vivienda que coexiste con la exposición de obras de artistas tan prestigiosos como Felipe Ortega-Regalado o David Escalona. Pocas veces he visitado un espacio en el que el arte y la vida cotidiana convivan de una forma tan natural, ya sea en el salón, en el dormitorio o incluso en el cuarto de baño. Una de las obras que más sorprenden e inquietan a la vez, es la que ilustra este artículo, Lo pactado, de David Escalona. Un dormitorio irreal, tomado por el rojo sangre, por un espejo roto y una corona de espinas ¿o es otra cosa? sobre la almohada. Mientras contemplamos la escena intentando desentrañar su misterio, oímos un incesante compás, que me evoca el paso inexorable del tiempo. Un tiempo que, como iba a comprobar en el transcurso de la tarde, a veces es tan caprichoso que transcurre como una exhalación. 

La primera visita la realicé con guía. Pero luego, como pasé allí toda la tarde-noche en la casa pude recrearme a gusto con las obras, porque lo que me llevó allí es un proyecto que cojuga el arte y la escritura, en el que al final uno consigue una relación muy íntima con la obra que ha escogido, a veces casi fundiéndose con ella. Y la exquisita forma de entender el arte de Felipe Ortega-Regalado era la excusa perfecta para dejar volar la imaginación hasta los territorios más recónditos de uno mismo. Pero lo que comenzó siendo un ejercicio íntimo e individual, bajo las instrucciones de la escritora Bárbara Gil, se fue transformando, sin que nos diéramos mucha cuenta, en un trabajo colectivo, quizá inspirados también en parte por algún ente espiritual que vagaba por aquellas habitaciones. Fue como si una sustancia vaporosa de creatividad pura flotaba sobre nuestras cabezas y fue tomando posesión de cada uno de nosotros, haciendo que al final el resultado fuera tan sorprendente como memorable.

Les dejo el enlace a su página web, para que conozcan mejor este lugar mágico:

http://www.casasostoa.es/

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