domingo, 28 de octubre de 2012
ARGO (2012), DE BEN AFFLECK. UN RESCATE DE CIENCIA FICCIÓN.
El cine y las historias que cuenta no se agotan nunca. Muchas veces asistimos a una proyección y en seguida nos asalta la desagradable sensación de repetición, de lo mil veces visto. El esfuerzo por ser original en el cine actual brilla en demasiadas ocasiones por su ausencia, por lo que una producción como Argo es un soplo de aire fresco que nos viene a anunciar la buena nueva de que el arte cinematográfico sigue vivo y todavía es capaz de despertarnos emociones, de tenernos pegados a la butaca durante dos horas mientras rememoramos uno de esos episodios históricos de los que los estadounidenses no pueden sentirse muy orgullosos, pero que forma parte de las contradicciones de una nación capaz de lo mejor y de lo peor y que bajo la mirada de un Ben Affleck que progresa a pasos agigantados como director, toma un estupendo aire tragicómico.
A finales de los años setenta, cuando el prestigio de Estados Unidos estaba seriamente tocado por la reciente derrota en Vietnam, al presidente Jimmy Carter se le presentó una crisis endiablada en Irán: la toma de rehenes en la embajada estadounidense de Teherán, auspiciada por el recién instalado gobierno islámico. La potencia estadounidense no podía presentarse como inocente en este conflicto, puesto que décadas antes había participado en el golpe de Estado que había colocado al Sha como un títere de los intereses petrolíferos de las empresas occidentales. El gobierno del Sha había instalado un régimen brutal y represivo, a la vez que rapiñaba todos los bienes del país, dejando a la población en la pobreza. Existe un libro de Ryszard Kapuscinski que se centra en los excesos de este dirigente que despojaba al pueblo de sus bienes mientras él y su familia vivían en la opulencia más desmesurada.
Cuando cayó este vergonzoso régimen auspiciado por occidente, los islamistas tenían una lógica sed de venganza manifestada de un modo salvaje, como bien muestra la película en sus primeros momentos, en los que la población de Teherán asalta la embajada estadounidense. La filmación de la escena por parte de Affleck está realizada con una fuerza inusual, trasladando realmente al espectador al corazón del suceso y transmitiéndole la tensión que vivió el personal agregado a la legación. Seis de sus miembros lograron escapar al asalto y refugiarse en la embajada canadiense. La trama, que está basada en una historia tan inverosímil que solo puede ser real, se centra en la operación de rescate de estos seis estadounidenses que ideó un agente de la CIA interpretado por Affleck: entraría en el país como un productor de cine canadienses que busca localizaciones para una película de ciencia ficción llamada Argo y saldría unos días después con los refugiados haciéndolos pasar por parte del equipo cinematográfico.
Como es lógico una misión tan estrambótica provocó muchas dudas en el gobierno estadounidense, pero fue aprobada, puesto que no se les ocurrió un plan mejor. La misión era tan absurda (había que preparar realmente un subterfugio en forma de un proyecto cinematográfico convincente) que resulta un argumento inmejorable para un guión donde se unen lo trágico y lo cómico de manera magistral: por una parte los estrambóticos productores de Hollywood a los que tiene que recurrir el agente para hacer creíble su plan y por otro, la terrible situación de tensión por la que pasan los refugiados ante el temor permanente y cada vez más probable de ser descubiertos y ahorcados en la plaza pública acusados de ser espías americanos. De hecho, los desgraciados compañeros que se quedaron en la legación americana como rehenes hubieron de pasar por más de un año de secuestro, con la posibilidad de ser condenados a muerte.
Así pues, en conjunto Argo se nos presenta como una película con un guión excelente, muy bien dirigida y extraordinariamente proporcionada en todos sus elementos. Ben Affleck ha aprovechado el conocimiento de un hecho real desclasificado durante el gobierno de Clinton para construir un excelente retrato del clima de una época que refleja el fracaso moral de Estados Unidos, a pesar de que se tome partido por unos funcionarios, inocentes de las acciones de su gobierno, sometidos al deseo salvaje de venganza de los islamistas. Y no dejen de disfrutar del final de la cinta, dotado de una tensión y un suspense dignos del maestro Hitchcock.
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Entretenida, con ritmo, a la vieja usanza, también previsible y superficial, 'Argo' sin embargo es una prueba más del talento narrativo de Affleck. Un buen rato de cine, que es mucho, pero tampoco nada más. Saludos!!!!
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