Después de ver a Marlon Brando interpretando a Napoleón en Désirée, de Henry Koster (1954), me acordé de un libro que hacía tiempo decoraba mis estanterías, un viejo proyecto de lectura: la biografía de Napoleón de Emil Ludwig, un escritor que tiene muchos puntos de semejanza con Stefan Zweig y al que se le debe una labor de recuperación en España semejante a la que se ha realizado con el escritor austriaco. La vida de Napoleón, tan apasionante, se convierte en una joya narrativa en manos de Ludwig. Aquí el artículo:
Napoleón es uno de los personajes más
contradictorios de la historia. Hijo de la Revolución Francesa, supo trastocar
sus principios para convertir Francia en un Imperio en el que él era el
soberano absoluto. Impulsor de la meritocracia en detrimento de los antiguos
derechos hereditarios, elevó a sus hermanos a tronos de toda Europa tratando de
crear un nuevo orden fundado en derechos dinásticos. De ahí su obsesión por
tener un heredero. Napoleón era un ser mudable por naturaleza, pionero en eso
tan de moda hoy, el arte de reinventarse. De nacionalista corso pasó a ser el
máximo representante del país que se suponía que era el opresor de su tierra.
Es indudable que en Bonaparte se daban los rasgos del genio: sólo un
superdotado podía dominar tantas materias y discurrir brillantemente en muchas
de ellas.
Un hombre brillante en diferentes disciplinas
Su cerebro
funcionaba como los actuales ordenadores, con archivos repletos de información
que pueden abrirse o cerrarse a voluntad del usuario:
"Cuando
quiero interrumpir un asunto, cierro su cajón y abro el correspondiente a otro.
Jamás se mezclan unos con otros, y jamás me incomodan ni fatigan. ¿Qué quiero
dormir? Pues cierro los cajones y me quedo dormido." (citado en Emil Ludwig, Napoleón,
Círculo de Lectores, pag. 392-393)
Siendo un
eminente intelectual, su necesidad de movimiento, de acción, se imponía siempre
y le hizo prosperar en una época de cambios que él supo interpretar mejor que
nadie. Su llegada al poder coincidió con un momento especialmente caótico de la
Revolución y él supo canalizar los deseos de orden de la mayoría de la
población, aunque finalmente llevara a Francia a la derrota y al desastre.
Un genio estratégico continuamente puesto a prueba
El destino
facilitó el hambre de gloria de Napoleón, pues las monarquías europeas de la
época no podían tolerar un país díscolo en el centro de Europa que pudiera
servir de ejemplo emancipador para sus propias poblaciones. El futuro emperador hizo de esta situación de guerra
impuesta una oportunidad para extender las ideas revolucionarias más allá de
las fronteras francesas y en los años siguientes su genio militar, basado en su
extraordinaria capacidad de cálculo, sería repetidamente probado, logrando
brillantes victorias que le harían el dueño de Europa.
Es singular
que, al menos de cara a sus enemigos, Napoleón tomara las batallas como embates deportivos y después
de las mismas se reuniera con los vencidos para comentar las tácticas
adoptadas. A su favor hay que decir que siempre intentó negociar paces
definitivas que nunca eran aceptadas del todo por quienes veían en él un
advenedizo que estaba en un lugar que no le correspondía.
Bien es
cierto que Napoleón nunca rehuía una campaña y a veces las provocaba él mismo a
través de la complicada diplomacia de la época. Además, se sentía a sus anchas
en el campo de batalla y el hecho de sacrificar miles de hombres nunca le
importó demasiado. Pero, eternamente contradictorio, podía mostrarse sensible
ante la visión de un herido o simplemente de un perro que se lamenta de la
muerte de su dueño. En lo que sí era un maestro era en el arte de
autojustificarse, como puede verse en esta misiva a Fouché:
"Necesito
ochocientos mil hombres, y ya los tengo, arrastro a toda Europa tras de mí y
Europa no es sino una vieja mujer, de la que haré lo que se me antoje con mis
ochocientos mil hombres. En otra ocasión me dijo usted que consideraba como
propio del genio el hecho de no encontrar nada imposible. Por otra parte ¿qué
puedo hacer, si un exceso de poder me arrastra a la dictadura mundial? uest;No
han contribuido a ello usted y tantos otros que me critican hoy y querían hacer
de mí un rey complaciente? Mi destino no se ha realizado aún; quiero acabar con
lo que apenas está esbozado. Necesitamos un código europeo, un tribunal de
casación europeo, una misma moneda, los mismos pesos y medidas, las mismas
leyes; es menester que yo haga de todos los pueblos de Europa un sólo pueblo.
Este es, señor, el único desenlace que me conviene." (citado en Emil Ludwig, Napoleón,
Círculo de Lectores, pag. 259).
El legado napoleónico
Aunque más
recordado por sus guerras que por su actividad administrativa, es precisamente
esta última la que ha perdurado y el mejor legado que dejó a Francia: el Código Civil, la reforma de la enseñanza, el
estímulo a la investigación científica (aunque también la censura estuvo
presente en durante su mandato), la laicidad del Estado y el fomento de la
meritocracia. También, como se ha visto en la carta, la idea de Europa como una
sola nación, que solo sería posible (parcialmente) siglo y medio después, pero
no a través de la guerra, como él pretendía, sino precisamente para evitar
nuevos conflictos.
Napoleón era
un hombre volcánico y nada de lo humano le era ajeno. Una de sus grandes
cualidades es saber administrar su tiempo para sacarle el máximo rendimiento.
Aún cuando la desgracia se abatió sobre él, supo sobrellevarla como un filósofo
y se dedicó al examen de sus propias acciones. ¿Cómo sería una Europa con un
Napoleón triunfante? ¿Hubiera habido alguna vez una paz definitiva aceptada por
todas las naciones o la historia hubiera seguido su turbulento curso de
costumbre? Es seguro que así hubiera sido, pues el Congreso de Viena, celebrado
por los triunfadores tampoco evitó constantes brotes revolucionarios en Europa
durante el siglo XIX.
La visión de León Tolstói
Emil Ludwig escribió en su día una biografía
apasionante desde una no disimulada admiración al personaje, contradiciendo la
idea de León
Tolstói, expresada
en Guerra y paz de que el corso no fue más que un instrumento de la historia,
que hubiera sido la misma sin él. Más que una mera descripción de hechos
históricos, el ensayo de Ludwig es una interpretación de la mirada de Napoleón
sobre los mismos y de sus consiguientes acciones, tanto públicas como privadas.
Hitler, lector de Ludwig
Resulta
curioso, que aúohibiendo los libros del escritor de Silesia, Hitler leyera
varias veces esta biografía y que acabara cometiendo los mismos errores que el
emperador. Aún sin admirar al personaje, que puede ser considerado igualmente
como un genio o un loco, Ludwig creó todo un clásico de la biografía, que no
carece de indudables méritos literarios.
Napoleón! Que visionario! Cómo sería nuestra Europa de haberse logrado consolidar en su tiempo los Estados Unidos de Europa? Como siempre,Gran Bretaña impidiendo esos brillantes proyectos.
ResponderEliminarBrillantes proyectos sin duda, pero los medios para llevarlos a cabo fueron inadecuados. Es mejor construir Europa pacíficamente y sin hegemonías nacionales. (Ahora se si sigue llevando a cabo pacíficamente, pero bajo la hegemonía de Alemania).
ResponderEliminarSaludos.