Patética e indignante la última película de Roland Joffé. Fuí a verla esperando encontrar un producto de cierta calidad, ya que está realizado por el director de una de mis películas favoritas, "La Misión", pero la decepción fue mayúscula. Presentar a Escrivá de Balaguer como adalid de la reconciliación de las dos Españas de 1936 es cuanto menos risible, sobre todo conociendo lo bien que aprovechó el franquismo su creación, el Opus Dei. Y no es solo que la historia sea poco creíble, con un personaje ficticio, metido con calzador, coprotagonizando la cinta, ya que la vida de Escrivá carece de interés cinematográfico. Lo más grave es la falta de ritmo que imprime Joffé. Claro que, con un guión dictado por el Opus, sin el más mínimo asomo crítico con su fundador, tampoco podría haber hecho mucho más. Aquí el enlace:
Hablar de José María Escrivá de Balaguer es hablar de un personaje polémico. Para algunos su vida es ejemplo de santidad. Para otros es el fundador de una peligrosa secta, el Opus Dei. La noticia de que se iba a filmar una película sobre su vida y que ésta iba a venir avalada por el prestigio de Roland Joffé, el realizador de "La Misión", causó gran interés y curiosidad por conocer los resultados de tan extraño proyecto, que quizá estuvo motivado por la mala publicidad que se vierte sobre el Opus Dei en películas como "El código Da Vinci" (Ron Howard, 2006) o la española "Camino" (Javier Fesser, 2008).
"Encontrarás dragones"
comienza con el relato de la infancia de Escrivá que transcurre junto a
la de su amigo Manolo Torres, personaje obviamente inventado,
procedente de una familia adinerada. Aunque entran juntos en el
seminario, Manolo descubre pronto que su vocación no está en el servicio
a la Iglesia, separándose sus vidas desde ese momento. Por una parte,
Manolo guardará un gran rencor a los sindicalistas que se manifestaban a
la puerta del hospital cuando su padre está agonizando. José María,
mientras tanto, tiene una especie de iluminación divina que le hace
querer fundar una nueva prelatura en la Iglesia, el Opus Dei. Estas
escenas son frías y carentes de emoción.
Con la llegada de la Guerra Civil, las cosas se ponen feas para José María, que reside en Madrid y ha de ocultar su condición de sacerdote, pues, como es sabido, en los primeros meses del conflicto fueron asesinados cientos de ellos en la zona republicana. La parte central de la película la pasará huyendo junto a sus más fieles seguidores. Mientras tanto, Manolo, hace de espía para los nacionales, infiltrado en un grupo de anarquistas. Su forma de actuar es un tanto inverosímil, llevando en sus frecuentes desplazamientos una máquina de considerables dimensiones para transmitir en morse sin despertar sospechas. Las frecuentes escenas de batalla están rodadas sin fuerza y con gran teatralidad en sus protagonistas.
Uno de los aspectos más insólitos de la película es el cambio de protagonista que se efectúa hacia la mitad del metraje. Hasta entonces hemos seguido fundamentalmente los pasos de Escrivá de Balaguer. A partir de un determinado momento, y observando que su vida en realidad carece de grandes hitos que puedan despertar el interés en el espectador, más allá de las autoflagelaciones con las que pretende arreglar el mundo, la trama se centra en los avatares de Manolo, protagonista de un improbable triángulo amoroso en las trincheras. La escena más ridícula sucede en los Pirineos donde, por una inaudita casualidad, Manolo es destinado desde el frente de Madrid con la misión de cazar a fugitivos del bando nacional. Allí precisamente va a encontrar a Escrivá cuando está a punto de cruzar la frontera con Andorra.
"Encontrarás dragones" tiene la pretensión de ser una película acerca del perdón y la reconciliación necesarios entre los contendientes de nuestra Guerra Civil, pero naufraga en el intento. Quizá porque el personaje escogido para personificar ese perdón es nada menos que el fundador del Opus Dei, una organización que consiguió unas prebendas inauditas del franquismo, hasta el punto de colocar a algunos de sus miembros en importantes cargos ministeriales.
Querer situar a Escrivá de Balaguer como representante de esa "Tercera España" que no se identificó con ninguno de los dos bandos es querer llevar demasiado lejos la presunta santidad de este personaje. Realmente la lógica de las escenas en las que José María muestra cierta comprensión con los republicanos por haber estado oprimidos cae por su propio peso si examinamos su biografía posterior (de la que la película no da noticia alguna) y observamos que no solo no condenó a un régimen que no conoció en ningún momento el significado de las palabras "perdón" o "reconciliación", sino que mantuvo excelentes y fructíferas relaciones con el mismo.
Quizá la película hubiera sido más objetiva si hubiera mostrado el proceso por el cual el Opus Dei se convirtió en tan poderosa organización, que se expandió por muchísimos países. Y tampoco hubiera estado mal profundizar más en el pensamiento del Santo, más allá de esas preciosas palabras que hablan de encontrar a Dios hasta en las cosas más insignificantes.
El pensamiento que desprende su famosa obra "Camino" es, entre otras cosas, una exaltación de la mortificación del cuerpo y una despiadada defensa de la inferioridad de la mujer frente al hombre. La película de Roland Joffé, además de contar con un guión descompensado que hace aguas por demasiadas partes y una realización pobre, realiza un retrato muy parcial de un personaje histórico, obviando sus muchos puntos oscuros. Quizá porque la financiación llegó de destacados miembros del Opus Dei y no hay que contrariar al que paga.
Con la llegada de la Guerra Civil, las cosas se ponen feas para José María, que reside en Madrid y ha de ocultar su condición de sacerdote, pues, como es sabido, en los primeros meses del conflicto fueron asesinados cientos de ellos en la zona republicana. La parte central de la película la pasará huyendo junto a sus más fieles seguidores. Mientras tanto, Manolo, hace de espía para los nacionales, infiltrado en un grupo de anarquistas. Su forma de actuar es un tanto inverosímil, llevando en sus frecuentes desplazamientos una máquina de considerables dimensiones para transmitir en morse sin despertar sospechas. Las frecuentes escenas de batalla están rodadas sin fuerza y con gran teatralidad en sus protagonistas.
Uno de los aspectos más insólitos de la película es el cambio de protagonista que se efectúa hacia la mitad del metraje. Hasta entonces hemos seguido fundamentalmente los pasos de Escrivá de Balaguer. A partir de un determinado momento, y observando que su vida en realidad carece de grandes hitos que puedan despertar el interés en el espectador, más allá de las autoflagelaciones con las que pretende arreglar el mundo, la trama se centra en los avatares de Manolo, protagonista de un improbable triángulo amoroso en las trincheras. La escena más ridícula sucede en los Pirineos donde, por una inaudita casualidad, Manolo es destinado desde el frente de Madrid con la misión de cazar a fugitivos del bando nacional. Allí precisamente va a encontrar a Escrivá cuando está a punto de cruzar la frontera con Andorra.
"Encontrarás dragones" tiene la pretensión de ser una película acerca del perdón y la reconciliación necesarios entre los contendientes de nuestra Guerra Civil, pero naufraga en el intento. Quizá porque el personaje escogido para personificar ese perdón es nada menos que el fundador del Opus Dei, una organización que consiguió unas prebendas inauditas del franquismo, hasta el punto de colocar a algunos de sus miembros en importantes cargos ministeriales.
Querer situar a Escrivá de Balaguer como representante de esa "Tercera España" que no se identificó con ninguno de los dos bandos es querer llevar demasiado lejos la presunta santidad de este personaje. Realmente la lógica de las escenas en las que José María muestra cierta comprensión con los republicanos por haber estado oprimidos cae por su propio peso si examinamos su biografía posterior (de la que la película no da noticia alguna) y observamos que no solo no condenó a un régimen que no conoció en ningún momento el significado de las palabras "perdón" o "reconciliación", sino que mantuvo excelentes y fructíferas relaciones con el mismo.
Quizá la película hubiera sido más objetiva si hubiera mostrado el proceso por el cual el Opus Dei se convirtió en tan poderosa organización, que se expandió por muchísimos países. Y tampoco hubiera estado mal profundizar más en el pensamiento del Santo, más allá de esas preciosas palabras que hablan de encontrar a Dios hasta en las cosas más insignificantes.
El pensamiento que desprende su famosa obra "Camino" es, entre otras cosas, una exaltación de la mortificación del cuerpo y una despiadada defensa de la inferioridad de la mujer frente al hombre. La película de Roland Joffé, además de contar con un guión descompensado que hace aguas por demasiadas partes y una realización pobre, realiza un retrato muy parcial de un personaje histórico, obviando sus muchos puntos oscuros. Quizá porque la financiación llegó de destacados miembros del Opus Dei y no hay que contrariar al que paga.
Muy buen artículo. Me ha sorprendido mucho que Roland Joffé, un director de prestigio, haya hecho esta peli, pero la pela es la pela, y las películas hechas de encargo suelen ser malas, como las que hicieron sobre Cristobal Colón para el 92, o una que hicieron sobre Martin Lutero que lo hacía un actor guaperas. Hasta Anthony Quinn hizo una peli en Libia sobre un héroe nacional, financiada por Gadaffi.
ResponderEliminarObsérvese que curioso: para realizar una película acerca del perdón y la reconciliación protagonizada por Escrivá de Balaguer se han tenido que inventar un personaje que coprotagonice la cinta. ¿No había ejemplos de perdón y reconciliciación en la vida de Balaguer que se lo han tenido que sacar de la nada? Si quitamos la absurda historia de Manolo nos queda la narración de un hombre que se hace cura, funda una institución y huye del Madrid Republicano para luego volver a la España franquista para aprovechar la situación. Lamentable.
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