domingo, 21 de febrero de 2010
CABALLERO SIN ESPADA (1939), DE FRANK CAPRA. DON QUIJOTE EN EL SENADO.
Las fábulas de Frank Capra siempre levantan el ánimo del espectador, aunque apenas tengan cabida en el mundo real. James Stewart interpreta a un joven senador que es nombrado por el gobernador de su estado para ser utilizado en una votación corrupta. Confiados en su ingenuidad, sus valedores no van a contar con que se trata de una persona más inteligente y mucho más íntegra de lo que parece.
Capra construye una película entretenida y emocionante donde los políticos de su país no salen bien parados. Bajo la apariencia de solemnidad y educación de los senadores, algo huele a podrido. Aquí sucede un poco lo mismo, solo que en nuestro país los políticos ni siquiera son capaces de guardar las apariencias y a poco que se olviden de cerrar un micrófono se escuchará salir alguna palabra soez de sus labios o algún gesto feo cuando están siendo abucheados.
Hay una escena que me gusta particularmente de esta película: la llegada del Sr. Smith a Washington y la consiguiente excitación que sufre al llegar a un lugar soñado, en el que no puede dejar de asombrarse ante los monumentos que tantas veces habrá visto en el cine, en cuadros o en fotografías. La visita al monumento de Lincoln será parodiada en un episodio de Los Simpsons, cuando Lisa gana un premio por el que viaja a Washington con toda su familia. Posteriormente tendrá que enfrentarse a una trama de corrupción, como el Sr. Smith. Sin salir de la genial serie de dibujos animados, hay que recordar otro homenaje a esta película, en el episodio en el que Mel Gibson realiza un remake. Ayudado por Homer, le añadirá unas escenas al final en la que masacrará al senado y le cortará la cabeza al presidente de los Estados Unidos.
La película de Capra es muy digna de ser revisada en estos tiempos en los que los políticos son justamente vilipendiados todos los días. Aunque bien es cierto que si en nuestros días surgiera un político tan ingenuo como Jefferson Smith no se le daría ni siquiera la oportunidad de sentarse en la Cámara de Representantes.
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Miguel, creo que la política es un mundo de tiburones, dónde todos saben guardarse las espaldas muy bien.
ResponderEliminarMe gusta ese personaje, ingenuo, inteligente que pone patas arriba a su clase política, ante la incredulidad de sus mentores.
Saludos
L;)
Es un personaje interesante, representante del espíritu de honradez y sinceridad que Capra quería imprimir a sus películas, en comunión con el New Deal de Rooselvelt.
ResponderEliminarSaludos.