miércoles, 5 de febrero de 2014

RAROLOGÍA (2008), DE RICHARD WISEMAN. LA CIENCIA DE LO INUSUAL.


Conforme empezaba a leer Rarología, un ensayo tan insólito como fascinante, esperaba encontrarme fundamentalmente con un libro consagrado a la refutación de lo paranormal. Y lo es, pero entre otras muchas cosas. Wiseman es un psicólogo muy interesado en la divulgación científica. No es un autor muy conocido en España, pero es bastante popular en el mundo anglosajón, ya que concibe su disciplina como algo muy divertido. Rarología está dotado de un fino sentido del humor en su afán de descubrir la verdadera esencia del ser humano a través de los experimentos más extravagantes.

No es extraño que las creencias supersticiosas sea uno de los objetos del estudio del libro. Partiendo de los estudios de Bronislaw Malinowski se puede concluir que la incertidumbre sobre el futuro es lo que genera las prácticas irracionales para intentar aplacar la ansiedad que produce esta sensación de inseguridad. En épocas de crisis económica o de guerra estos hábitos se disparan, permaneciendo estables cuando la situación está bajo control. Los argonautas de Malinowski pescaban con toda naturalidad en las lagunas del interior de su territorio, pero cuando tenían que salir a mar abierto se enfrascaban en complicados rituales para enfrentarse con éxito a lo imprevisible. Esto no solo se aplica a los pueblos primitivos. Según un estudio realizado durante la primera guerra del Golfo, los habitantes de las ciudades israelitas más expuestas a ataques con misiles Scud se volvieron visiblemente más supersticiosos que los de las ciudades más seguras. Esto también se aplica en política. Los tiempos convulsos pueden llevar a los ciudadanos a preferir a quien le ofrece seguridad, por muy irracional que sea su discurso:

"(...)en tiempos de creciente incertidumbre, la gente busca una sensación de seguridad, y esta necesidad puede llevarlos a tolerar regímenes autoritarios y a creer en varios factores irracionales que determinen su destino, tales como la superstición y el misticismo."

Entre las páginas del libro de Wiseman encontramos un buen número de experimentos tan rigurosos científicamente como ocurrentes. Si introducimos a dos grupos de personas en una casa antigua y al primero le decimos que han sucedido en su interior sucesos extraños y al segundo le informamos que queremos redecorarla y necesitamos sus ideas, ¿qué grupo saldrá diciendo que ha vivido experiencias paranormales? También hay pruebas sumamente arriesgadas, como medir el tiempo que tardan los conductores de distintos países en pitar a un coche que se demora en arrancar con un semáforo en verde. El tiempo se reduce considerablemente cuando el coche del conductor perezoso pertenece visiblemente a un país extranjero o a una región o ciudad considerada rival (hagan la prueba en Málaga con un coche que tenga algún distintivo sevillano). 

Otra de las conclusiones del libro es que relajamos tremendamente la bondad y la ética cuando nuestros actos afectan a personas o instituciones con las que no nos idenficamos. Si trucamos un cajero automático para que expenda dinero al primero que pase a su lado, raramente encontraremos a alguien que entre a la sucursal a devolver el dinero. Sin embargo, si el dependiente de una tienda de barrio se equivoca con el cambio, tenderemos más a hacerle ver su error, ya que nos sentimos mucho más identificados con un negocio humilde que con un banco. Además, necesitamos sentirnos parte de un grupo con valores superiores, más inteligentes que otros y para eso no dudamos en denigrar a quienes pertenecen a grupos que consideramos inferiores. Una de las maneras más populares de hacerlo son los chistes, cuyos protagonistas comúnmente son personas con actitudes estúpidas que pertenecen a la comunidad de los denigrados, a los que se le atribuye un defecto proverbial: la tacañería de los escoceses o de los catalanes, la poca inteligencia de los de habitantes de Terranova o de los leperos... 

Uno de los momentos culminantes de Rarología narra la campaña para encontrar el chiste más divertido del mundo, para lo que se habilitó una página en internet en la que la gente podía mandar sus propuestas y votar la de los demás. El chiste ganador fue leído en un acto solemne por una gallina gigante, apadrinada por Robin Williams y Terry Jones. No voy a desvelar cual fue. Para eso tendrán que leer este libro y enterarse de por qué compramos más en unos comercios que en otros, por qué entregamos más propina a determinados camareros y cuales son las cualidades que intentan desarrollar los políticos para convertirse en máquinas de captar votos.

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