sábado, 22 de febrero de 2014

EL ACORAZADO POTEMKIN (1925), DE SERGEI M. EISENSTEIN. LA GÉNESIS DE LA REVOLUCIÓN.

Antes de que se diera la Revolución definitiva de 1917 (que tuvo que ser consolidada mediante una Guerra Civil), Rusia vivió en 1905 un precedente en forma de levantamientos en varios de sus territorios que terminaron logrando algunas concesiones por parte del Estado zarista, legalizándose algunos partidos políticos y estableciéndose una democracia muy limitada. Uno de los episodios más famosos de aquellos hechos fue el levantamiento de la tripulación de acorazado Potemkin, que, en el proyecto inicial de Eisenstein iba a ser un episodio de una película dedicada a relatar los acontecimientos de 1905. Pero una vez llegado a Odesa y comenzado el rodaje, el director decidió que el film iba a estar enteramente dedicado al famoso buque.

Si nos fijamos bien en el primer acto de la película, el Potemkin aparece como un microcosmos social de toda Rusia. Los privilegiados - los oficiales - son muy pocos, pero manejan el timón del barco y saben como manejar a la mayoría, sin que estos deban cuestionarse sus órdenes: en el buque imperan la desigualdad social y política. En un determinado momento hay un hecho que hace protestar a los oprimidos: que se les ponga de comer carne podrida. Lo que los subleva no es tanto el hecho de la mala calidad de la comida, sino que sus mandos les aseguren que la carne no tiene gusanos, cuando están a la vista de todos. Si hay algo que provoque revoluciones son las mentiras continuadas cuando la verdad de los hechos está a la vista de todos (algo, por cierto, a lo que nuestros dirigentes están acostumbrándonos quizá en exceso), porque a la injusticia se une el desprecio a la inteligencia del pueblo por parte de quien miente. La rebelión no tardará en tener su primer mártir: un cadáver que, una vez desembarcado en el puerto de Odesa, despierta la piedad de una gran masa que acude en peregrinación a venerarlo. Las revoluciones, para triunfar, han de tener un componente religioso y honrar a sus santos y a sus mártires. Realmente es impresionante lo conseguido por Eisenstein en el puerto, una imagen poderosa de un pueblo que apoya a sus héroes y que pronto va a protagonizar su propio martirio en las famosas escaleras de Odesa.

Porque es en la escena de las escaleras donde El acorazado Potemkin - y la historia del cine - llega a su momento culminante. Dotada de una planificación asombrosa, contiene las dosis justa de violencia, caos y dramatismo para reconstruir un hecho histórico que no lo fue en realidad (la masacre de las escaleras por lo visto jamás sucedió). Eisenstein, en su deseo de mostrar, coloca la cámara en los ángulos más inverosímiles, cambia de planos generales a primeros planes, pasando de la confusión de la masa a dramas individuales - la madre con su hijo moribundo - que el espectador no tiene más remedio que hacer suyos. Siendo como es un vehículo propagandístico del nuevo Estado soviético, la obra de Eisenstein no es neutral, desde luego, desde el punto de vista ideológico: los zaristas son bestias salvajes sin piedad ni alma que disparan contra el pueblo y los rebeldes son esforzados y humildes representantes del pueblo. En ningún momento se nos ahorra la visión de la sangre. La revolución es algo necesario, pero no es hermosa. No es como la imagen de la bandera roja ondeando en lo alto del Potemkin. Es algo más sucio que épico y más violento que heroíco. Esta verdad sí que la podemos vislumbrar contemplando la obra inmortal de Eisenstein.  

3 comentarios:

  1. Esto me recuerda un pasaje del "Ivan Denisovich" de Solzhenitsin en donde dos presos en Siberia comentan la película y al mencionarse la carne agusanada ante la que se rebelan los marineros, ellos dicen algo así como "pues si aquí nos dieran esa carne en lugar de las gachas de porquería que nos ponen, pues yo no sé si me rebelaría..."

    Por cierto que recuerdo que los críticos de cine se pusieron una vez de acuerdo, a escala mundial, para elegir a esta película como la mejor de la historia de la cinematografía. Realmente es impactante e innovadora.

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  2. Sí, es verdad que siempre se puede bajar un escalón más en la degradación como se está comprobando - salvando las inmensas distancias - en el mercado laboral español. En la última votación de los críticos y esta gente influyente del cine, la película elegida como la mejor de la historia fue "Vértido", de Hitchcock, una producción que, curiosamente, no llamó demasiado la atención en el momento de su estreno.

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