martes, 28 de septiembre de 2010

EL ÁRBOL (1991), DE SLAWOMIR MROZEK. LA GROTESCA CONDICIÓN HUMANA.


Suele ser insólito en mi vida lectora que comience un libro sin tener referencia alguna del autor. Siempre procuro apostar sobre seguro e informarme antes, pero en esta ocasión, debiendo leerlo para uno de los múltiples clubes de lectura en los que participo y advirtiendo desde las primeras páginas que se trata de cuentos muy breves y digeribles, no se ha tratado de una experiencia demasiado arriesgada.

Mrozek es un autor polaco cuyo principal prestigio proviene de sus obras teatrales. Desde hace algunos años, a España están llegando sus cuentos en las cuidadas (y caras, que todo hay que decirlo) ediciones de El Acantilado. "El árbol" es un libro representativo de su estilo como cuentista: minimalismo, economía de medios y máximo aprovechamiento de los débiles materiales de construcción que utiliza. Como lector, me he sentido desconcertado pues, si bien algunos de los relatos me parecían meros chistes, otros como "La guardia en la montaña", "Política interior" o "Una historia breve pero entera" podrían aparecer perfectamente en algún manual como ejemplo de cómo construir un cuento con las dosis precisas de ironía, misterio y absurdo.

Me encontraba meditando acerca de las contradicciones de este escritor, capaz de los peor y de lo mejor, cuando decidí buscar una foto suya en internet. El misterio quedó parcialmente resuelto con la contemplación de la misma. Observen su rostro marxista (de Groucho Marx) y comprenderán todo el absurdo de la existencia concentrado en una mirada socarrona, que comprende tan bien la naturaleza de los hombres que no puede sino burlarse de ella. Este es el auténtico Slawomir Mrozek, un escritor libre y observador, que es capaz de simplificar lo complejo y mofarse cálidamente del lector mientras le muestra sus propias incoherencias cotidianas.

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