miércoles, 15 de septiembre de 2010

LA NUEVA DIRECCIÓN DE PERSONAS (2007), DE JOSÉ MARÍA GASALLA. LA DIRECCIÓN POR CONFIANZA.


A pesar de mi entusiasmo, soy nuevo en esto de los recursos humanos, gestión de personas o como quiera denominarse. Todavía es difícil para mí elegir que libros o que blogs, entre la abundantísima oferta, son los que pueden aportarme aprendizaje y reflexión acerca de este mundo tan rico y que tantas disciplinas abarca.

Desde luego, elegir buenos libros es una labor que he practicado toda mi vida, pero siempre he dejado de lado en las librerías la sección dedicada a literatura de empresa. Me pierdo entre tantos autores que parecen haber descubierto el santo grial del liderazgo o de la potenciación de competencias. Muchos de estos libros (y seguramente no me equivoco) son meros manuales de autoayuda, repletos de filosofía barata. Algunos tienen forma narrativa, contando una especie de fábula con final feliz de la que el lector-directivo no dejará de extraer provechosas conclusiones para aplicar a su quehacer diario. En realidad, para eso está la buena literatura, la que firman los grandes escritores, que son acercamientos mucho más profundos al alma humana, que al final inciden en el autoconocimiento personal y a veces dejan huellas indelebles. Claro que estas últimas requieren un esfuerzo lector que se obvia en las fábulas para directivos...

Así pues, el otro día rebuscando en la biblioteca me llamó la atención este ensayo de José María Gasalla. En primer lugar, porque me pareció un profesional serio, que sabe de lo que habla y que es capaz de introducir a algunos de los grandes filósofos en su discurso. En segundo lugar, porque es un libro que ya va por la onceava edición, algo extraño en un libro de estas características, escrito por un consultor español, con el suficiente rigor como para requerir una lectura atenta. Y en tercer lugar, porque mi intuición no suele fallar, por lo que he leído un volumen muy aprovechable en el ámbito profesional al que quiero dedicarme.

José María Gasalla se dedica actualmente a impartir por todo el mundo unas conferencias que él llama "road shows". No puedo decir gran cosa, porque no he asistido a ninguna de ellas, pero sin duda deben ser de sumo interés. Es propio de quien lleva toda la vida hablando ante el público que necesite ir cambiando sus estrategias comunicativas y, en este caso, las vaya dotando de un elemento lúdico muy apropiado para hacer llegar el mensaje que se pretende a los oyentes. "La nueva dirección de personas" resulta también un libro ameno, pero exigente a la vez.

Es grato saber que la intención principal del libro de José María Gasalla es humanizar nuestras empresas. Como dice Guillermo de la Dehesa en uno de los prólogos:

"Para comprender a una empresa, hay que comprender a las personas que trabajan en ella. Para organizar y dirigir de una forma más óptima a dichas personas hay que conocerlas a fondo, tanto su cultura y sus características individuales como sus deseos y formación".

He aquí una de las claves del libro. La persona no puede dejar sus valores a la puerta de la organización de la que entra a formar parte cuando es contratada. A veces asumimos el rol que se espera de nosotros que dejamos de ser nosotros mismos. Y las máscaras excesivamente pesadas acaban agotando al individuo. No se quiere decir con esto que el comportamiento deba ser el mismo en la vida cotidiana que en la empresa, pero sí el espíritu.

Sería bueno que consideraramos el trabajo como una especie de juego (un juego que debemos tomarnos totalmente en serio) que a la vez que nos va fortaleciendo cuanto más vamos conociendo las reglas, nos vaya desarrollando como personas incluso más allá del ámbito laboral. En este sentido, la empresa no puede limitarse a ser el lugar de trabajo. Los trabajadores deberían poder usar el potencial del lugar donde ejercen su profesión como ámbito para fomentar otras iniciativas o inquietudes personales. Si se pretende que las personas se identifiquen con la empresa, deben también conocer a sus compañeros más allá de la relación laboral. A veces hay intereses o aficiones comunes que no se desarrollan en el estricto y rutinario ámbito del trabajo diario, lo cual acaba desperdiciando potenciales que podrían venir bien a la organización en determinados momentos:

"Entramos en una nueva era: la del conocimiento y desarrollo integral del individuo a través de la búsqueda interna y externa de su nueva realidad, transcendiendo los límites en los que ha estado constreñido hasta ahora."

"Cuando los problemas eran sencillos toda la información la podía tener una única persona. Con el incremento de la complejidad se tiene que aprovechar la información y el conocimiento de todos. En organizaciones cada vez más abiertas sería necio desperdiciar la información que llega desde cada partícipe. Existe una gran cantidad de conocimiento que no se suele aprovechar a lo largo y ancho de la organización. Precisamente la gestión del conocimiento trata de "descubrir" con qué conocimiento se cuenta y posteriormente elaborar los mecanismos que posibilitan su máximo aprovechamiento por todos."

Se acabaron los jefes autoritarios, las jerarquías. Llega la hora de los organigramas planos, donde todos los miembros de la empresa establecen cauces de comunicación rápida y sencilla, donde las ideas de todos tienen cabida, donde la empresa se aprovecha de los conocimientos de los individuos y los individuos aprovechan el desarrollo profesional y personal que les ofrece la empresa. Es la única manera en la que se puede despertar eso que se llama sinergia, que acaba dotando de un mecanismo perfecto y engrasado a las organizaciones, con el cual acaban salvando los obstáculos más complejos. Además, también es posible que así la empresa logre abrirse al resto de la sociedad de una manera muy natural.

Nada hay más penoso que un jefe humillando a un empleado, comiéndole la moral, nada más pernicioso para una empresa que unos departamentos que no colaboran en una tarea común, es más, que se hacen la zancadilla y evaden responsabilidades. Son piedras contra el propio tejado. La imagen de la empresa ha de ser impecable frente a los clientes, por supuesto, pero también ha de serlo (y esto se olvida demasiado) frente a los clientes internos: empleados y proveedores. Pocas organizaciones pueden conseguir llegar a este nivel de excelencia por sí solas: normalmente necesitarán ayuda externa. Un consultor va a gozar de un punto de vista privilegiado, pues no se halla contaminado por las rutinas de le empresa y puede ofrecer una visión inédita a la hora de localizar los problemas y proponer sus soluciones.

Destaca en el libro de Gasalla la importancia de la ética empresarial. El tradicional capitalismo de todos contra todos y supervivencia del más fuerte ha de ser superado, creando un sistema nuevo, donde lo humano tenga mayor cabida. Las empresas no son entes abstractos, sino que están formadas por personas. En este sentido, resulta muy acertada la apelación a Thomas Huxley, el biólogo estudioso del darwinismo:

"Practicar lo que éticamente es mejor, lo que, en otras palabras, demanda bondad o virtud exige una forma de comportamiento opuesta a la que genera la lucha por la existencia. Siguiendo el argumento de Huxley, la búsqueda de lo ético, en lugar de la implacable autoafirmación sobre los demás - más débiles o menos aptos -, impone la autocontentación, que exige que el individuo, en lugar de apartar y pisotear a sus competidores (semejantes), no sólo los respete, sino que además colabore con ellos hasta lograr que el mayor número de ellos resulte apto para sobrevivir."

Palabras sabias en medio de una crisis que está dejando muchos cadáveres en el camino. El hombre es un animal social y cooperativo, capaz de sacrificar un poco de lo propio por ayudar a los demás. Fomentemos que el egoismo y la competitividad sean valores a la baja en el mercado y sustituyamoslos por el humanismo y la cooperación. ¿Una utopía? Seguramente, pero es la única salida para el auténtico bienestar humano.

2 comentarios:

  1. No sé si por los muchísimos años que llevo trabajando en la administración pública, o por que soy escéptica por naturaleza, pero lo cierto es que esta entrada me ha hecho sonreir con pena. Que conste que no critico en absoluto ni el libro al que hace referencia, ni a su contenido, ni mucho menos al autor de la entrada. Me gustaría pensar que es posible poner en práctica estos métodos. Quizá yo ya estoy mayor para ello pero es una esperanza que gente más joven (como tú Miguel) se ilusione y quiera poner su esfuerzo en conseguir empresas mejores en todos los sentidos. Te puedo asegurar que muchos funcionarios nos sentimos como si formasemos parte del 1984 de Orwel. Y además es un círculo vicioso, porque no hay libertad para casi nada, cada vez más se acude a trabajar para cumplir rutinariamente con nuestra función y a implicarse lo menos posible, y cuanto menos te esfuerzas en tu trabajo diario más cuesta expresarse con naturalidad y comentar opiniones que podrían interesar. "Total para qué" es lo que casi siempre acabas pensando.
    Pero como he dicho antes me alegra que aún haya personas con ganas de innovar y que se tomen la molestia de prepararse. Animo.

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  2. Hola Pati, muchísimas gracias por tu comentario, una aportación muy estimable en la que habla la voz de la experiencia. Tengo que decirte que no soy ningún ingenuo y sé perfectamente como están las cosas en la administración y en la empresa privada, donde el sentimiento imperante en la actualidad es el miedo y con el miedo no puede construirse nada bueno.

    Sí que te digo que las empresas y los centros de trabajo de la administración pública son siempre lugares donde trabajan seres humanos y su voz debe ser oída. No solo porque interese a los asalariados, sino porque los que están arriba deben establecer vías de comunicación eficaces para escuchar opiniones valiosas que pueden dotar de más eficacia a la empresa y hacerla más participativa.

    Sé que todo esto suena a utopía, sé que la mayoría de los trabajadores de este país se sienten frustrados, pero lo que hemos visto hasta ahora no funciona, produce infelicidad y es germen de devastadoras crisis económicas. Es hora de cambiar el modelo y de socializar las empresas. Que todo el que aporta el esfuerzo de su trabajo se sienta en su casa y no deje transcurrir su jornada laboral instalado en el miedo. Socializar no tiene nada que ver con instalar un sistema comunista, sino con democratizar la gestión. La participación en la toma de decisiones es una forma de felicidad y autoestima.

    Un abrazo.

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