sábado, 4 de septiembre de 2010
LA VIDA PRIVADA DE SHERLOCK HOLMES (1970), DE BILLY WILDER. ESCÁNDALO EN ESCOCIA.
Si el otro día celebrábamos el cincuenta aniversario de "El apartamento", hoy nos atrevemos a celebrar el cuarenta aniversario de esta joya, la mirada de Billy Wilder sobre el más famoso detective de todos los tiempos.
Es conocido que al director no le salió este proyecto como quería. Él pretendía que el metraje fuera de tres horas, pero el control del montaje final se le escapó. Hoy día las imágenes que faltan están perdidas. En todo caso, no sabemos si la visión de Wilder al emprender el proyecto era mejor o peor que el resultado. Yo solo puedo decir que el resultado es redondo y solo es posible mejorarlo añadiendo nuevas imágenes que hagan que el espectador disfrute en su asiento una hora más. De cualquier modo, estas dos horas son absolutamente prodigiosas.
En la actualidad estoy leyendo poco a poco todas las historias de Sherlock Holmes de Conan Doyle (también las hay escritas por otros autores) recopiladas en un magnífico volumen que editó hace pocos años ediciones Cátedra, por lo que he sentido una auténtica necesidad de ver esta película, la mejor versión cinematográfica del personaje del que se han rodado más versiones.
La presentación de los personajes es excelente: Holmes (Robert Stephens) es un detective que trata de desligarse de los exagerados relatos que Watson (Colin Blakely) publica en la revista Strand Magazine sobre sus investigaciones. El Sherlock Holmes de Wilder es una criatura puramente británica, de humor ácido y lengua irónica, que sabe reirse de sí mismo hasta el punto que, en el espectacular arranque de la cinta, pone en duda su orientación sexual (y la de su compañero) con tal de librarse del capricho de una mujer que pretende tener un hijo con él para que le salga de inteligencia superior. Todo este tramo es de alta comedia, con un Holmes tratando de salir airoso de una situación desconcertante mientras Watson se divierte con un ballet de chicas rusas que, sin que él se de cuenta y advertidos por las palabras de Holmes, las mujeres dejen su puesto a bellos muchachos.
A partir de ahí la trama gira en torno a una mujer que ha llegado amnésica a Baker Street. Los protagonistas reciben una invitación de Mycroft Holmes, el hermano de Sherlock, aún más inteligente que él, para asistir a una reunión en el Club Diógenes. No quería explicarlo, pero la idea del club es tan excelente (tal y como se expone en los cuentos de Doyle) que no puedo dejarla pasar por alto: se trata de un club de caballeros en cuyos salones los miembros se dedican a leer la prensa en total silencio. Ni siquiera pueden toser. Un remanso de tranquilidad en pleno Londres.
La idea central de la película es humanizar el mito de Holmes, hacer ver al espectador que el detective también podía cometer errores si se dejaba llevar por sentimientos de los llamados amorosos. El personaje de la mujer recuerda poderosamente a la Irene Adler de "Escándalo en Bohemia". Un miembro del género femenino que es capaz de derrotar intelectualmente al misógino Holmes.
Cuando la película acaba el espectador no puede sino estar (otra vez) agradecido a Wilder por ofrecerle una delicia tal. Hemos asistido a dos horas de diálogos entre una pareja que destila una química insuperable, hemos entrado en los pensamientos más íntimos de la mente del detective, hemos contemplado sus divertidas investigaciones caseras, sus problemas con la cocaina y sus cambios de ánimo. Hemos contemplado a un hombre, cuya vida privada agiganta aún más al mito.
Etiquetas:
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