miércoles, 20 de mayo de 2009

DIES IRAE (1943), DE CARL THEODOR DREYER. TRATADO DE LA INTOLERANCIA.


Día de la ira; día aquel
en que los siglos se reduzcan a cenizas;
como testigos el rey David y la Sibila.

¡Cuánto terror habrá en el futuro
cuando el juez haya de venir
a juzgar todo estrictamente!

El poema musical del siglo XIII, que inspira esta joya de Dreyer lo deja claro: la religión se inspira en el terror humano. Dios vigila nuestras acciones y nos prepara un juicio futuro, en el que deberemos responder de nuestros pecados. Por si eso no fuera suficiente, los representantes de Dios en la Tierra se encargan de recordárnoslo por doquier, aunque ya no gozan del poder de quemar brujas.

Nos encontramos en el siglo XVII, época de intolerancia en Europa, de guerras de religión, de fanatismo. Los poderes eclesiásticos persiguen a una presunta bruja y en una escena cruda, naturalista y sombría la obligan a confesar bajo tortura. Para los inquisidores su trabajo es pura rutina y tienen todo el tiempo del mundo para lograr confesiones y arrepentimientos. Recuerdan a los "funcionarios" de los campos de exterminio nazis, que fichaban todos los días a su hora, hacían su trabajo para el Estado y volvían con su familia. La bruja confiesa, todos tenemos un límite para el dolor. Intenta que la salve un cura, del que conoce un oscuro secreto relacionado con su esposa. Nada es lo que parece a simple vista en este drama. El modélico cura oculta hipocritamente su secreto, entre grandes remordimientos de conciencia. Su mujer no es tan virtuosa y casta como podemos apreciar al principio ni su hijo tan respetuoso de su padre como se nos presenta.

Dreyer describe perfectamente el clima de opresión en una comunidad en la que todos sospechan de todos, donde la quema de herejes es un espectáculo habitual y edificante para el alma, bárbaros sacrificios a un Dios sediento de sangre. Los opresores son a su vez oprimidos por el Ser en cuyo nombre oprimen. Dios les exige una imposible rectitud y perfección, pero sus pensamientos más íntimos les traicionan. La naturaleza humana es, en fín, incompatible con ciertas exigencias estrictas. Aunque a ojos de la comunidad su conducta sea ejemplar, el sacerdote, pieza fundamental del engranaje opresor, se atormenta por su actitud hipócrita, como creyente convencido que es. Y es que los humanos somos únicos inventando sistemas que producen infelicidad y angustia.

6 comentarios:

  1. Sí, somos bastante estúpidos complicando la vida de una manera que no lleva a ningún sitio, otra cosa serían las dificultades con las que bregar para conseguir una vida más libre, sincera y feliz en medio de un dolor fructífero, no inútil. No me enrollo más, tu blog parece dedicado más al cine y a la literatura. Respecto a esto, dos cosas: leí la trilogía de Berger y me gustó; y en cuanto a las brujas, sin llegar a la altura de Dreyer, hay una película que vi no hace mucho y que si no la has visto me atrevo a recomendártela, es La brujería a través de los tiempos, de Benjamin Christensen, danés (no podía ser menos) rodada en 1922.
    Gracias por tu comentario y por pasarte por mi blog.
    Buenas noches

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  2. Gracias por la información, parece una película interesante, pero imagino que difícil de conseguir. Respecto a como nos organizamos la vida, estoy leyendo ahora una novela muy interesante en ese aspecto: "Un mundo feliz" de Aldous Huxley. Muy interesante tu blog, por cierto.

    Saludos.

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  3. Desde que existe este blog, mi emule hecha humo.

    jiaaaaaaaaaaa

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  4. Gracias por tu comentario. Recuerda siempre bajarte las películas en V.O, que ganan mucho con sus voces originales.

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  5. La brujería a través de los tiempos es difícil de conseguir, por no decir imposible. Yo la bajé del emule. Es básicamente un documental pero que engancha a la primera, al menos eso me sucedió a mí.
    Y gracias por el piropo.

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  6. Bueno, a ver si lo puedo conseguir, aunque de todos modos tengo un montón de películas impresionante por visionar.

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