Esta película puede servir como una perfecta metáfora del tremendo caos en el que se ha convertido el universo cinematográfico de DC. Al margen de que la intención sea reiniciarlo todo a través de una nueva película de Superman a estrenar dentro de dos años, los personajes que se han ido conociendo en distintas películas siguen apareciendo, aunque existan propuestas que se quedan un poco en tierra de nadie, como la reciente Black Adam. The Flash podría haber sido la película que resolviera un poco todo este caos, aprovechando que está dedicada a los viajes en el tiempo a través de una especie de multiverso, pero su guion tiene tantas fallas - sobre todo si uno se pone a pensar después de haberla visto - que finalmente no lleva a ninguna parte. Al menos se trata de una producción muy entretenida, cuya larga duración no pesa, aunque sus efectos especiales sean de lo peor que se ha visto en cines en los últimos años. La presencia de Michael Keaton, retomando su personaje de Bruce Wayne, es el gran acierto de la película, pues el actor no se limita a vivir de la nostalgia, sino que ofrece una interpretación muy digna y carismática, tanto que ensombrece el protagonismo de la presunta estrella de la función. El homenaje final a distintas interpretaciones del universo DC no pasan de ser unos minutos dedicados a los aficionados, pero que no parecen llevar a ninguna propuesta interesante de futuro. The Flash está totalmente desaprovechada, pues quizá era la última oportunidad de poner orden en esas incoherencias constantes que han caracterizado esta saga cinematográfica.
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