En cierto modo, este es un ensayo autobiográfico, dado que su autor padece problemas de insomnio desde su infancia. Este es un mal oculto, que el resto de la humanidad, los que dormimos bien prácticamente todas las noches apenas podemos intuir. Por supuesto, sabemos en qué consiste porque todos hemos pasado alguna vez una noche en vela, de esas que no se acaban nunca y que nos hace sentirnos medio muertos durante todo el día siguiente. Pero padecer este mal noche tras noche y sacar fuerzas para seguir cada jornada con la vida laboral y familiar es la vida cotidiana de David Jiménez Torres y de muchos otros insomnes. El ensayo que ha escrito es un intento desesperado por entender su problema, pero lo hace intentando captar la complicidad del lector, con un tono distendido y alejado de dramatismos.
Aunque puede parecer que el insomnio crónico tiene su causa en problemas de la vida diaria de los que el cerebro no puede desconectar para ofrecer descanso, pero parece que los motivos son más complejos y ocultos. Quizá los insomnes sean descendientes de aquellos hombres que velaban toda la noche para advertir de cualquier peligro a los que dormían, una función social imprescindible hace milenios que ha dejado de ser útil en las sociedades actuales. Tampoco ayuda al maldurmiente saber que hay miles de estímulos esperando para hacer más llevadera la enésima noche en vela:
"A medida que la modernidad iba tomando forma, nuestro cuerpo se encontraba con un ambiente cada vez más hostil a su necesidad de descanso. Desde los horarios de trabajo creados por la industrialización hasta las pantallitas de los móviles, un cúmulo de factores externos nos habría vuelto más ansiosos, menos capaces de obedecer a los mecanismos naturales del sueño. Hace años que organismos como la Organización Mundial de la Salud o el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades del gobierno estadounidense advierten de que las naciones desarrolladas se encuentran inmersas en una «epidemia de falta de sueño». Así pues, la historia del mal dormir es también una historia de la modernidad; y, en concreto, de su lado oscuro."
Lo peor de todo es que la vigilia es un mal estrictamente solitario, algo que difícilmente puede ser compartido con otros. El que no puede dormir queda a solas con sus pensamientos, sintiéndose culpable de no poder descansar para afrontar un día de mañana que parece no llegar nunca. No es raro así que los que padecen este mal puedan caer en la depresión, porque su falta de descanso le impide llevar una vida normal en un mundo cada vez más competitivo. El mal dormir es un ensayo muy bien escrito, que expone con mucha amenidad un problema, intenta indagar en su génesis histórica y describe cómo afecta al protagonista, a él mismo, reivindicando a los maldurmientes como a colectivo inadaptado a la vida actual por culpa de un problema invisible para quien no lo padece.
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