"Solo en la inactividad nos percatamos del suelo sobre el que pisamos y del espacio en el que nos hallamos. La vida se pone en modo contemplativo y vuelve a montarse sobre su secreta razón de ser. Se encuentra consigo misma y se contempla a sí misma. Llega hasta su inmanencia profunda. Sólo la inactividad nos inicia en el misterio de la vida."
Vida contemplativa es también una invitación a abandonar nuestra dependencia de máquinas y ordenadores, que parecen ayudarnos a recordar y a tener experiencias nuevas, pero acaban secuestrando nuestro ocio. Pensar por nosotros mismos y ser capaces de debatir alternativas a la situación actual es lo verdaderamente revolucionario hoy día, según el autor. Así pues, la inactividad no tiene por qué ser improductiva, pudiéndose convertir en la más creativa de las elecciones. Claro que, esto se podría dar si el ser humano contara con alternativas al trabajo incesante que nos sigue también hasta el interior de nuestros hogares. La mayoría dependen de éste para sobrevivir y sufrirían grandes apuros materiales si renunciaran al mismo. Una utopía hermosa, pero que solo puede ser practicada si se dan unas circunstancias personales que no se encuentran al alcance de todo el mundo. Han repite ideas de trabajos anteriores y las estructura para llegar a estas hermosas y casi inalcanzables conclusiones adornadas con citas de Arendt y Hegel.
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