A veces se topa uno con obras realmente difíciles, que suponen un verdadero reto. En este sentido, hay algunas lecturas que resultan apasionantes, pues poco a poco uno entra en el mundo que quiere el escritor y es capaz de maravillarse con arquitecturas literarias verdaderamente sólidas. Por desgracia, este no ha sido el caso de La pasión según G.H., famosa novela de la brasileña Clarice Lispector, que en realidad me ha dejado bastante frío e indiferente. La novela cuenta, en primera persona, la transformación que sufre la protagonista cuando, una plácida mañana, encuentra una enorme cucaracha en el fondo de su armario. Esto podría remitir a Kafka, pero la novela de Lispector es muy diferente a cualquier narración del escritor checo. Aquí lo que interesa casi exclusivamente es la experiencia personal de la narradora, una experiencia que apenas puede contarse con los mecanismos convencionales del lenguaje:
"Poseo a medida que designo; y éste es el esplendor de tener un lenguaje. Pero poseo mucho más en la medida que no consigo designar. La realidad es la materia prima, el lenguaje es el modo como voy a buscarla, y como no la encuentro. Pero del buscar y no del hallar nace lo que yo no conocía., y que instantáneamente reconozco. El lenguaje es mi esfuerzo humano. Por destino tengo que ir a buscar y por destino regreso con las manos vacías. Mas regreso con lo indecible. Lo indecible me será dado solamente a través del lenguaje. Sólo cuando falla la construcción, obtengo lo que ella no logró."
El viaje de G.H. es difícilmente descriptible, pues pasa por una especie de unión metafísica con el universo, con todo lo existente, por dolores y placeres extremos, por visitas al infierno y al cielo y por el conocimiento de un ente al que cree identificar como Dios. Todo es un poco confuso en esta novela, que se limita a narrar, con lenguaje rebuscado, una serie de experiencias al límite, de las cuales la narradora expone continuamente conclusiones contradictorias. En cierto modo, La pasión según G.H. (que al final se emparenta con la pasión de Cristo), está realizada con el material con el que transcurren las pesadillas. Curiosamente, hace unos días me dio un enorme dolor de muelas. Pasé una jornada laboral infernal y al final de la misma pude acudir al dentista, que me recetó unas pastillas muy potentes. Mis sueños de esa noche, supongo que por efecto de la medicación y del cansancio acumulado de la noche precedente en vela, fueron casi tan extraños como lo que se cuenta en esta novela. Una especie de viaje casi psicodélico en el que mi ser se transmutaba en varias partes y yo debía pasar horas recomponiéndome, entre otras muchas cosas extrañas. Quizá, llevando la broma hasta el extremo, podríamos atrevernos a especular con que La pasión según G.H. sea hija de un dolor de muelas. Nunca se sabe.
Hola Miguel Ángel. Es un libro difícil, para leer despacio parando y reaccionando ante sus palabras. Lo he leído dos veces, la primera vez lo escuché, tenía una buena lectora pero demasiado rápida. Esta segunda vez (Lispector me gusta mucho en otras de sus obras) a pesar de la dificultad me pude meter más de lleno en él, quizá porque lo leí de un tirón, dediqué a ello toda la tarde. Creo que es un libro a recuperar en fragmentos breves, aislados. Un abrazo
ResponderEliminarNo renuncio a Lispector, desde luego, pero lo próximo que lea de ella serán cuentos. ¡Besos!
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