martes, 19 de julio de 2011

EL LÁPIZ DEL CARPINTERO (1998), DE MANUEL RIVAS. LOS TRIUNFOS DEL PERDEDOR.


No había leído nada de Manuel Rivas, salvo sus artículos del sábado en El País. Rivas es en la actualidad el escritor más popular de Galicia y prácticamente siempre escribe acerca de su tierra. En esta ocasión se centra en una historia sucedida durante la Guerra Civil, de la que ahora se cumplen setenta y cinco años, pero centrándose en la represión, ya que en Galicia triunfó el golpe de Estado casi desde el principio, por lo que apenas hubo combates.

La novela se centra en dos personajes antagónicos: por una parte el doctor Da Barca, un joven médico ilustrado y republicano, que vive un romance con una muchacha perteneciente a las clases altas de Galicia y por otra Herbal, uno de sus carceleros, un hombre de pocas palabras, casi un odiador profesional. Cierto es que en las guerras, por muy ideológicas que estas se presenten, en realidad es un campo de disfrute para los más irracionales, para los que disfrutan con el dolor ajeno. Para los fusilamientos que se dan cada noche en el penal de Santiago de Compostela nunca faltan voluntarios. Los excluidos sociales se sienten importantes con un arma en las manos.

La principal misión de la novela de Rivas es denunciar los abusos cometidos por el bando nacional en su tierra. Allá no dio tiempo a la reacción de elementos exaltados de izquierda y la represión fue durísima. Las muertes se producían tanto por fusilamientos como por las condiciones de frío y humedad en las celdas de los republicanos presos. En "El lápiz del carpintero" los republicanos son inteligentes y solidarios, haciendo una piña en prisión. Sus carceleros son sádicos, hombres que solo piensan en la venganza. En lineas generales no dudo que la realidad fuera así, pero la narración debería haber mostrado que la realidad fue mucho más enrevesada. Únicamente el personaje de Herbal está dotado de complejidad suficiente, y ello por un elemento que entronca con el realismo mágico o, más bien, con el gusto por lo sobrenatural del pueblo gallego: el lápiz de carpintero que lleva en la oreja le pone en comunicación con su antiguo dueño, un pintor muerto en la represión.

Y es que Herbal establece una relación de amor-odio con el doctor Da Barca. A pesar de su situación, virtualmente condenado a muerte, parece mantener un optimismo a prueba de balas, particularidad propia de un hombre hecho a sí mismo. Pero este no es el principal motivo por el que Herbal envidia a su antagonista, sino su hermosa amante, que no renuncia a Da Barca ni en las más penosas circunstancias. Para Herbal, que Da Barca se haya hecho acreedor de un amor así, es motivo de envidia y de tormento. Es un triunfador incluso en la peor de las derrotas. Aquí toma todo su sentido la mítica frase que Unamuno le lanzó a Millán Astray en uno de los grandes duelos dialécticos de la historia: "Venceréis, pero no convenceréis".

La novela de Manuel Rivas se queda corta en sus pretensiones, no aportando demasiado a la literatura sobre la Guerra Civil y la represión. Es una historia demasiado simple, en la que solo tiene interés la evolución del personaje de Herbal, aunque también es cierto que se lee con agrado e interés, aún faltándole algo de credibilidad en algunas partes. Un detalle que a mí me chirría un poco: ¿por qué no sabemos nada más del periodista que aparece al principio, en la actualidad? No hubiera estado mal que apareciera al final, para cerrar el círculo.

2 comentarios:

  1. Acertado comentario Miguel sólo tengo dos objeciones que hacerte. Primero reitero lo dicho en el club; ¿qué pasa con la poesía que emana la novela? ¿No te ha sugerido nada el personaje del jardinero Alirio? ¿Y qué me dices de la descripción de la comida que le regala el doctor Da Barca a Gengis Kan? Para mi gusto esos pasajes son pura poesía. Y lo segundo que quería comentarte es que el periodista sí que sale al final de la novela. Cuando abren el local del alterne donde Herbal trabaja, uno de los clientes es sin duda el periodista.

    Un saludo. Amor.

    ResponderEliminar
  2. No cabe duda de en la novela existen algunos buenos pasajes, como los que mencionas, pero creo que en su conjunto es una obra fallida. Al menos a mí no me dejó muy buen sabor de boca. En todo caso, tu aportación es muy buen complemento para el artículo, muchas gracias.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar