sábado, 2 de julio de 2011
BULLIT (1968), DE PETER YATES. LAS CALLES DE SAN FRANCISCO.
Se trata de una de estas películas icónicas que todavía no había visto. Por algún extraño motivo, yo suponía que se trataba de una especie de precedente de Harry el sucio (seguramente por desarrollarse ambas en San Francisco), pero no es exactamente así.
A diferencia del personaje de Clint Eastwood, Bullit es un policía bastante integrado en el cuerpo, sin demasiados conflictos personales, con una compañera que parece bastante estable y respetado, al menos en principio, por sus superiores. De hecho, la misión que se le confía no resulta demasiado espectacular: proteger a un testigo durante un par de días en un hotel de mala muerte, aunque todo se va a complicar muy pronto.
En "Bullit" las escenas de acción están muy dosificadas, pues lo que se busca ante todo es el realismo. Esto puede suponer un suplicio a ojos del espectador actual, acostumbrado a tiroteos inverosímiles y persecuciones a doscientos por hora, pero ciertamente, la famosa persecución por las calles de San Francisco de esta película no ha sido superada todavía. Por lo que he leído, el propio Steve McQueen, gran piloto, realizó toda la escena, que se extiende durante diez minutos trepidantes. Un auténtico precedente de los videojuegos actuales cuando la cámara se situa en la misma perspectiva que el conductor.
A "Bullit" no se le puede juzgar por su guión, demasiado rutinario, ni por su ritmo irregular, sino por una confluencia de elementos que la hacen única: los ojos azules de Steve McQueen, que compone un personaje con mucha personalidad, la belleza de Jacqueline Bisset y, sobre todo, el hermoso retrato de la ciudad de San Francisco, recorrida a ritmo de persecución, pero no tan deprisa como para no apreciar lo singular de sus calles. Visionar hoy esta película, perfectamente restaurada en blue ray, resulta un espectáculo mucho más estimulante que la mayoría de los estrenos insufribles del verano.
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