lunes, 4 de octubre de 2010
EL ADVERSARIO (2002), DE NICOLE GARCÍA. EL HOMBRE DE LA AGENDA EN BLANCO.
Tengo que confesar que mi principal motivación para ver esta película ha sido principalmente el morbo de contemplar en imágenes la narración de Emmanuel Carrère, pues no tenía demasiadas noticas acerca de esta producción y no esperaba gran cosa de ella.
Lo cierto es que es muy conveniente haber leído el libro antes de ver el film de Nicole García, pues un espectador que no tenga noticia alguna de su argumento seguramente se encontrará desconcertado desde el principio y no comprenderá las acciones de los personajes (o más bien del personaje principal) hasta bien avanzado el metraje, ya que la narrativa resulta algo confusa y desarticulada. En todo caso, el poder de esta historia absurda acaba imponiéndose y, al menos, asistimos a dos escenas muy logradas: las lágrimas de Romand, cuando vuelve a casa después de un penoso intento de suicidio con el coche y la consulta de una agenda absolutamente vacía en una conversación con su amante.
Indudablemente lo mejor de la función es la actuación de Daniel Auteuil, que consigue transmitirnos el desarraigo interior del personaje, mostrarnos el absurdo cotidiano de quien no tiene su lugar en la sociedad y se inventa una simulación, burda pero efectiva, para suplir esa carencia. Observamos inquietos el día a día de Romand y a veces nos preguntamos si el tejido social que premia el pertenecer a las castas más prestigiosas no estará fabricado con los mismos materiales que su hipocresía.
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