lunes, 8 de diciembre de 2025

LOS HERMANOS MARX EN EL OESTE (1940), DE EDWARD BUZZELL.

Hasta ahora creía que Winston Churchill se encontraba viendo esta película la noche que le avisaron de que Rudolf Hess había aterrizado en paracaídas en suelo británico, pero ChatGPT me asegura que eso es un mito, que se encontraba trabajando con sus colaboradores. Sea o no un mito, la anécdota es una buena metáfora del servicio que podían realizar las realizaciones que protagonizaban los hermanos Marx para relajar los ánimos en tiempo de guerra. En esta ocasión se dedican a paradiar las películas del oeste y, aunque no sea una de sus mejores comedias, ésta contiene una serie de momentos que se quedan para siempre en la memoria del espectador. En mi caso, llevaba décadas sin verla, pero recordaba perfectamente todos y cada uno de los geniales gags, como el de la estafa en la Estación, o el de la pistola-cepillo, así como del memorable final en el tren, con ese grito de ánimo que ha perdurado y todavía se sigue utilizando: "¡Más madera!" El mundo de los hermanos Marx oscila entre lo absurdo y la parodia de lo real. Aunque sus argumentos generalmente tienen que ver con derrotar a unos malvados (en este caso a un sheriff y sus secuaces, que quieren estafar a un hombre honrado), lo más importante en realidad es contemplar el caos y la destrucción que van sembrando por donde pasan. Es un mundo anárquico en el que ellos se mueven como pez en el agua, pues su lógica es muy distinta a la del mundo real, así que lo que reina en el mismo es un humor tan absurdo como genial.

P: 7

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