sábado, 27 de diciembre de 2025

EL PRESTAMISTA (1964), DE SIDNEY LUMET.

Si por algo destaca El prestamista es por la asombrosa interpretación de Rod Steiger de un superviviente del Holocausto. Sol Nazerman regenta una tienda en la que ejerce como prestamista en una sórdida zona de Harlem. Los recuerdos lo atormentan de manera constante, por lo que su realidad cotidiana no es más que neblina que afronta con la voluntad de quien no tiene nada ya que perder, puesto que lo perdió todo hace un par de décadas. Lumet retrata con precisión milimétrica tanto el entorno en el que se mueve el protagonista como su peculiar psicología dominada por un inmenso trauma. Sol ha conocido el mal absoluto y lo que contempla ahora en su barrio (tráfico de drogas, robos, prostitución) le es indiferente. Por eso es un mal candidato para cualquiera que pretenda robar en su tienda, puesto que él está afectado por una especie de anestesia emocional, por lo que sus reacciones podrían ser viscerales y suicidas. Él es culpable por haber sobrevivido donde todos murieron y a la vez culpabiliza al resto de la humanidad por haber permitido unos hechos tan inenarrables. Su tienda es una estación de paso hacia el nihilismo más absoluto y su gesto final no es más que un patético intento de experimentar algo en un universo donde se ha perdido el sentido. Pero lo único que encuentra es dolor: no hay redención posible para quien ha convivido en el centro del horror. El prestamista es el testimonio de una época en la que a ciertos directores de Hollywood no les importaba arriesgar y presentar personajes muy incómodos al espectador, además en una época en la que el público general no contaba con el conocimiento del Holocausto que se tiene hoy día a nivel popular.

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