sábado, 12 de abril de 2025

REAGAN (2024), DE SEAN McNAMARA.

Más que un biopic, esta es una hagiografía de un presidente de los Estados Unidos por los que muchos sienten nostalgia. Reagan llegó al poder en un momento complicado, cuando el país todavía se lamía las heridas de la derrota en Vietnam y de la crisis económica de los setenta. La película se refiere a él de manera continua como el Cruzado, porque centró gran parte de sus esfuerzos en la derrota del comunismo y de la Unión Soviética. Y lo hizo incrementando los gastos de la carrera militar de una manera que su rival no podía permitirse, para después establecer una buena sintonía con Gorbachov firmando una serie de Acuerdos de desarme. En manos de un director como Oliver Stone Reagan habría sido una magnífica reflexión sobre la llegada al poder de un hombre con ciertos rasgos de fanatismo que no tenía objección en perjudicar a países de América del Sur para proteger los intereses de su país. En la cinta de Sean McNamara aparece como poco menos que un santo volcado en una misión sagrada, aunque dicho papel no es nada convincente debido a la extraña interpretación de Dennis Quaid, quizá perjudicada por el llamativo maquillaje que exhibe. Lo que si es interesante en esta película es establecer contraste entre la presidencia de Reagan y la de Trump y advertir como el primero se estará removiendo donde quiera que esté ante la política económica errática del segundo y sus concesiones a Rusia. Dos presidentes de un mismo partido que hubieran tomado decisiones antagónicas en el difícil escenario actual.

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