sábado, 29 de junio de 2024

DON QUIJOTE DE LA MANCHA (1605-1615), DE MIGUEL DE CERVANTES. UN CABALLERO INMORTAL.

El Quijote fue concebido como una crítica jocosa a los libros de caballerías, que proliferaban entre los lectores poco cultos a finales del siglo XVI y consiguió la hazaña de acabar con ellos. Para los lectores y oyentes de aquella época aquel era ante todo un libro divertido porque parodiaba un género que conocían bien. Por eso el lector actual necesita notas a pie de página para comprender a quien se refiere el hidalgo cuando habla de Amadís u otros muchos caballeros que nombra. Don Quijote vive en un mundo de fantasía derivado del hecho de que se ha creído que lo que dicen los libros de caballerías es una verdad histórica y está convencido de que él, con su sola voluntad, puede resucitar la orden de caballería para socorrer a los necesitados y desfacer entuertos.

Aunque al principio el caballero resulte un ser ridículo y se lleve toda clase de palizas y humillaciones, poco a poco la fantasía va infiltrando la realidad y otros personajes parecen prestarse al juego, sobre todo en la segunda parte cuando, en un magistral juego de Cervantes, muchas de las personas con las que se va encontrando don Quijote han leído el primer libro y lo tratan como a caballero andante, incluyendo su vecino Sansón Carrasco que adopta dos personalidades para intentar derrotarlo: primero como caballero de los Espejos y por último, cuando finalmente lo consigue, como caballero de la Blanca Luna. Entre estos personajes que le siguen el juego al protagonista, destacan los duques, que elaboran una sofisticada comedia para que don Quijote y Sancho crean que se encuentran en un castillo y éste último es nombrado gobernador de una ínsula, episodios en los que el lector podrá deleitarse con todo el ingenio del escudero.

Lo más sorprendente de todo es que don Quijote es un hombre cuerdo para todo lo que no tiene que ver con caballerías. Sus discursos son coherentes y cultísimos y es un deleite leer sus palabras acerca de cualquier tema, destacando su discurso sobre las armas y las letras, sus constantes apelaciones a la idea de libertad y los inspiradísimos consejos que ofrece a Sancho cuando éste va a hacerse cargo de gobernar su ínsula. Los interlocutores que escuchan con atención a don Quijote siempre llegan a la misma conclusión, que se trata del hidalgo más loco y más cuerdo del mundo:

"En los que escuchado le habían sobrevino nueva lástima de ver que hombre que al parecer tenía buen entendimiento y buen discurso en todas las cosas que trataba, le hubiese perdido tan rematadamente en tratándose de su negra y pizmenta caballería."

Sancho Panza es el otro pilar que sostiene esta inmortal narración. Es el complemento perfecto a don Quijote, alguien muy rústico y con los pies pegados a la tierra, que intenta disuadir a su amo de que cometa locuras pero que, poco a poco, tentado por los bienes que le promete don Quijote, va entrando también en su mundo y al final es capaz también de hilvanar algunos discursos cultos. Mientras tanto, don Quijote va volviéndose un ser melancólico, ya que atribuir todos sus males a la presencia de encantadores que le quieren mal va frustrando sus expectativas amorosas con la inventada Dulcinea. Al final la realidad puede con su fantasía, ya no ve castillos donde hay ventas y pronuncia estas terribles palabras, que desmoronan todo su mundo: "Dios los remedie, que todo este mundo es máquina y trazas, contrarias unas de otras. Yo no puedo más."

Acercarse al Quijote es el mayor placer que puede experimentar un lector y hacerlo en varias ocasiones es lo más recomendable, puesto que se trata de un libro inagotable en el que Cervantes imaginó un juego literario inigualable. Su hazaña fue tal que, no solo acabó con los libros de caballerías que lo precedieron, sino que creó un nuevo género, el de la novela moderna.

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