sábado, 12 de febrero de 2022

LIRIOS ROTOS (1919), DE DAVID WARK GRIFFITH.

Después de haber realizado obras tan épicas y complejas como El nacimiento de una nación o Intolerancia, parecería que una película tan intimista como Lirios rotos es un paso atrás en la carrera de Griffith, pero nada más lejos de la realidad. Lirios rotos es un prodigio de narrativa que, tomando unos pocos elementos y un par de escenarios consigue conmover profundamente a cualquier espectador. La película cuenta la historia de un par de personajes desgraciados que llevan vidas solitarias en el Limehouse londinense, un barrio sórdido situado en los muelles. Lucy es maltratada por su padre, un pendenciero boxeador que la trata como una criada y no duda en apalizarla a la mínima - Griffith no se ahorra mostrar estas terribles escenas -. Cheng es un personaje extremadamente ingenuo. Llegó a Londres desde China con la idea de difundir la doctrina pacifista de Buda en el mundo occidental. Ha fracasado de manera absoluta y consume sus días gestionando una paupérrima tienda y observando pasivamente las miserias cotidianas de sus vecinos, mientras está enamorado en secreto de Lucy, a quien considera un ser puro. En películas como esta Griffith estaba inventando el lenguaje cinematográfico y nos premia con planos tan sublimes como aquel en el Lillian Gish utiliza sus dedos para mostrar una mueca forzada de sonrisa para intentar calmar a la bestia de su padre. Se puede decir que esta es una de las primeras películas absolutamente perfectas de la historia del cine.

P: 10

1 comentario:

  1. Qué raro que un chino quiera difundir la filosofía de Buda en occidente...

    Por lo demás la peli está bien, sobre todo considerando que estaba destinada al público más humilde, recuerda mucho al sentimentalismo de conciencia social de Eugene Sue... un siglo antes.

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