sábado, 5 de febrero de 2022

LA BALADA DEL SOLDADO (1959), DE GRIGORI CHUKHRAI.

Ambientada en los días en los que la Unión Soviética se había visto sorprendida por la invasión alemana de 1941, La balada del soldado es una película soviética que no desmerece en calidad a lo que se rodaba en Hollywood en aquellos años. Alyosha es un soldado jovencísimo que, en una acción muy afortunada, ha conseguido destruir dos tanques alemanes. Como recompensa, se le propone para ganar una medalla, pero él propone a su comandante que se le cambie este premio por permitirle visitar brevemente a su madre, pues su aldea no dista demasiado del frente de batalla. A partir de aquí la película de Chukhrai deviene en una especie de road movie en la que el personaje va moviéndose por la retaguardia tratando de llegar lo antes posible a su hogar para volver a su compañía en el plazo estipulado. Si bien, como es lógico, buena parte de lo que vemos es pura propaganda soviética: confraternización perfecta entre combatientes, mandos benévolos y comprensivos, pueblo resignado y con fe en la victoria final... entre líneas podemos leer el verdadero mensaje de la película: lo que verdaderamente rompe la guerra son las relaciones humanas. Por ello el abrazo de una madre o el beso de una esposa son los sueños más íntimos de los combatientes de cualquier nacionalidad y los soviéticos no iban a ser una excepción: la verdadera patria son los seres queridos. En este sentido la película nos regala escenas tan memorables como la del reencuentro entre un soldado lisiado y su esposa. Durante su recorrido el buen Alyosha vivirá una historia de amor tan pura como solo la puede protagonizar un joven sin experiencia y tan breve e intensa como solo puede producirse durante un conflicto bélico. La película es un perfecto homenaje a la humanidad individual de todos y cada uno de los soldados que defendieron la llamada madre patria y los inmensos sacrificios, no solo en sangre, sino también en afectos perdidos, a los que tuvieron que someterse.

P: 8

2 comentarios:

  1. Bravo por el Ejército Rojo soviético...

    Es verdad, tenemos demasiado realismo metido en el cuerpo: Stalin era un asesino, los soldados rusos eran unos brutos... Pero un ejército de brutos no hubiera tenido jamás el coraje moral de soportar todo lo que soportaron. La desesperación no es suficiente, hace falta esperanza incluso en situaciones desesperadas. Claro que los rusos eran buenos chicos, con sus mamás y sus enamoramientos ingenuos. De lo contrario no habrían ganado la guerra...

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