domingo, 7 de noviembre de 2021

EL PUENTE DE WATERLOO (1940), DE MERVYN LEROY.

Aunque a primera vista el tratamiento de esta historia de amor pueda parecer convencional, uno advierte que no es así cuando termina de ver esta maravillosa película. Hay un determinado momento en el que, aunque se trate el tema con exquisita elegancia, el filme se vuelve sórdido. La dureza de la guerra puede hasta con el alma más inocente, que debe corromperse en pos de la supervivencia. He aquí el más hermoso y el más desgraciado de los amores vivido con intensidad por dos actores en estado de gracia. Además, El puente de Waterloo sirve como homenaje a la resistencia de los británicos frente a los nazis en los momentos más inciertos de la Segunda Guerra Mundial. Las escenas de bombardeo sobre los civiles, toda una novedad en aquella época, por mucho que estén representadas durante la Primera Guerra Mundial, están muy bien resueltos y transmiten al espectador la sensación de miedo e impotencia que debían experimentar quienes se enfrentaban a esta nueva forma de guerra. 

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