Spiderman ha sido uno de los grandes héroes de varias
generaciones de lectores de cómic. El secreto de su éxito fue siempre que uno
se podía identificar con las historias que protagonizaba Peter Parker. Se
trataba de un joven con superpoderes, sí, pero los problemas y los conflictos a
los que solía enfrentarse en su vida diaria eran muy parecidos a los nuestros:
la presión de las clases, las discusiones entre amigos, los primeros devaneos
amorosos… y todo ello se agravaba con su constantes peleas contra poderosos
supervillanos, de las que no siempre salía victorioso. Es más, Parker era
alguien constantemente asediado por problemas financieros, que solía vivir una
existencia precaria, acosado por unos jefes como el celebérrimo J.J. Jameson,
que ni siquiera era capaz de ofrecerle un puesto fijo en el Daily Bugle, a
pesar de las excelentes fotos del trepamuros que le suministraba para sus
portadas.
En los cómics, Spiderman ha vivido literalmente miles de
aventuras, ha experimentado etapas tremendamente anodinas y se ha reinventado
varias veces. Algo parecido le ha sucedido en el cine, donde, a pesar de las
dos primeras películas firmadas por Sam Raimi, excelentes desde un punto de
vista formal, pero que no entroncaban en muchos aspectos con el universo de los
cómics. Este problema ha sido una constante en las adaptaciones posteriores,
hasta que en Civil War, se presentó a un Spiderman muy prometedor, cuya
presencia de solo algunos minutos en la pantalla resultó muy esperanzadora para
muchos fans, puesto que la interpretación de Tom Holland, sí que se acercaba a
la esencia de un Peter Parker adolescente, a la magia de los primeros cómics
escritos por Stan Lee.
Por todo ello, Spiderman
Homecoming era una cinta que suscitaba muchas expectativas, en la que muchos esperaban ver desarrollada la
historia de un Peter Parker más realista, por fin inmerso en el auténtico
universo Marvel. Dichas expectativas se cumplen solo en parte, pero el balance
final que ofrece la película es tremendamente decepcionante. Watts nos presenta
a un personaje excesivamente dependiente de Tony Stark, que aparece aquí como
una auténtica figura paterna, que llega al punto de tener sometido a estrecha
vigilancia a su pupilo a través del traje que le ha cedido, realizado con la
misma tecnología que la armadura de Iron Man (¿y por qué no ha fabricado trajes
similares para los miembros más débiles de los Vengadores, como Ojo de
Halcón?), hasta el punto de que el espectador llega a dudar de que Spiderman
tenga poderes propios, más allá de los que otorga el fantástico traje. Además
la cinta está lastrada por un humor absurdo, quizá comprensible solo para la
generación milenial, y por unos
secundarios absolutamente insulsos. Es bastante incomprensible que si se ha
querido reforzar la descripción de la vida estudiantil de Parker sin que le
rodeen unos personajes mínimamente interesantes, no estereotipados.
Una de las características principales de Peter Parker, la
de ser fundamentalmente, al menos en su faceta superheroíca, un muchacho hecho
a sí mismo, se pierde lamentablemente en esta nueva versión de sus aventuras. Spiderman Homecoming resulta
espectacular en sus – escasas – escenas de acción, aunque en algunas de ellas
se abuse de la oscuridad, pero resulta lamentablemente aburrida en demasiados
tramos, que parecen más destinados a adolescentes que a un público más variado.
Esperemos que en próximas apariciones se pula un poco mejor a un personaje con
tanto potencial y podamos ver el espíritu de Stan Lee plenamente trasladado a
la gran pantalla.
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