Resulta difícil visionar una obra como Shame sin sentir cierta perturbación. Y no me refiero a las escenas sexuales explícitas que jalonan la totalidad del relato, ni al generoso desnudo integral de Michael Fassender, sino al dolor latente que se percibe en cada una de sus imágenes, algo que solo ha podido conseguirse gracias al virtuosismo de Steve McQueen (el autor de la reciente Doce años de esclavitud) y a la excepcional interpretación de su protagonista, bien secundado por Carey Mulligan.
Las primeras imágenes de Shame nos presentan a Brandon, el protagonista, totalmente desnudo. Pronto nos daremos cuenta de que lo que importa es que se nos va a mostrar su desnudez emocional, más que la física. Brandon es un triunfador aparente. Vive solo en un amplio apartamento, posee un trabajo con cierto status social y, sobre todo, dedica cada una de sus horas libres a su gran pasión: practicar sexo. Lo que pudiera parecer un mero divertimento en su caso toma los visos de obsesión, cuando no de enfermedad (aunque esto último habría que matizarlo). A Brandon no le basta con seducir a toda clase de féminas casi como si de un depredador se tratara. Necesita sesiones de sexo rápido, animal, sin una pizca de cariño. Cualquier emoción parecida al amor que se manifestara en su compañera de ese momento refrenaría por completo su pasión. Pero esto no es todo. Brandon no tiene suficiente con estos encuentros esporádicos que provoca constantemente. A veces recurre a servicios profesionales de prostitución, ya sea físicamente o por internet. Y también guarda un impresionante arsenal de revistas pornográficas para las emergencias. La vida de Brandon es sexo y solo sexo. Pero no es un hombre feliz ni realizado. Quizá Brandon no sea un enfermo, sino un ser que obedece a sus instintos hasta las últimas consecuencias, aceptándose tal y como es.
La llegada de su hermana a su apartamento va a ser un catalizador de sus dormidas emociones. Pero de las más negativas, puesto que comparte con ella un trauma del pasado del que el espectador jamás va a tener noticia, pero que se intuye oscuro y vergonzoso. A partir de aquí todo va a ser una catarata de sentimientos y rabia que él debe reprimir a duras penas. Las imágenes de Shame son tan fascinantes y desasosegantes como las sensaciones que nos transmite el protagonista. Hay una escena que, al menos a mí, me remite directamente a David Lynch: la canción que interpreta su hermana en un elegante club nocturno, que parece revivir antiguos recuerdos en Brandon. Hay que advertir que Shame no es una propuesta para todos los paladares. Es cine exquisito, atrevido y original. Una película que debería revisarse más de una vez para ser capaces de saborear todos sus matices. Ojalá otras producciones de Hollywood trataran el sexo - un asunto cotidiano, constatemente en la mente de gran cantidad de individuos a todas horas - con tanta seriedad como lo hace Steve McQueen.
He visto esta película hace poco y me conmovió profundamente, los problemas psicológicos que llevan al personaje a la incapacidad de relacionarse afectivamente con otras personas, solo se satisface sexualmente de manera virtual o en soledad, Para mi es un enfermo,por su incapacidad de relacionarse normalmente como ser humano, aunque no arranca desde su infancia, si podemos ver a través de la relación con su hermana que son dos caras de la misma moneda, enfermos emocionales, este director nos muestra el dolor humano muy intensamente y no deja indiferente, de tal modo que te deja pegado a la butaca a pesar del mal trago, he visto doce años de esclavitud, y creo que debería llevarse el oscar , sin saber cuales son las demás candidatas pero me pareció una obra maestra. Por cierto también muy recomendable al menos para mí la ladrona de libros. Como verás me sigo fiando de tí, jajajaja, Un beso.
ResponderEliminarHabría que debatir el concepto de enfermedad, en este caso. Quizá sea un enfermo. O quizá solo padezca la misma obsesión con el sexo que comparte casi todo el mundo, pero él tenga los medios y el atractivo físico para llevarla a la práctica continuamente con éxito. Aunque claro, que a la vez recurra a prostitutas y a enormes cantidades de pornografía... Lo que es cierto es que nunca queda satisfecho y es incapaz de una relación convencional. Tampoco estamos ante una película convencional... Besos.
ResponderEliminarMucha gente está obsesionada por el sexo eso es cierto (que obsesionarse en exceso ya entra dentro de una patología) pero no todos los obsesionados por el sexo , son incapaces de tener relaciones afectivas, recurre a todo lo que no le implica lazos afectivos, ciertamente no queda satisfecho. Los humanos somos muy complejos la lastima es que los afectados no van al terapeuta, cuesta mucho enfrentarse a uno mismo/a.Hay una película que a mi me gustó mucho que se llama el principe de las mareas y ahí se toca el tema de la infancia y como repercute cuando uno es adulto, y hasta la terapeuta que ayuda al paciente,tiene su propio calvario particular.
ResponderEliminarEstupenda crítica. Totalmente de acuerdo con ella y con tu comentario posterior. No lo considero un enfermo sino alguien con problemas emocionales, ese tipo de dificultades que proceden la mayor parte de las veces de la infancia o de la adolescencia pueden derivar en problemáticas diferentes, una es la que se presenta en la película pero no es la única ni la más importante aunque tendamos a considerarla así por los tabúes que nos cuesta tanto superar o/y, precisamente por la importancia fundamental del sexo en nuestra vida. Cuesta mucho superar tanta presión religiosa, mediática y ambiental.
ResponderEliminarUn abrazo
Victoria
Como todas las grandes películas, esta suscita un debate interesante, en este caso acerca de los límites entre los conceptos de vicio y enfermedad. Por cierto ¿existe la salud mental perfecta? Ni siquiera el personaje sabría definirse a sí mismo. Es alguien integrado en la sociedad, pero que necesita satisfacer continuamente sus instintos más primarios.
ResponderEliminarAbrazos,