miércoles, 8 de mayo de 2013
IRON MAN 3 (2013), DE SHANE BLACK. LAS AVENTURAS DE TONY STARK.
Presentada como la culminación de una trilogía sobre Iron Man, dudo mucho que esta sea la última película que se realiza sobre el personaje, a tenor del inmenso éxito que está teniendo en taquilla. Buena parte del atractivo de la adaptación viene dado por la estupenda interpretación de Robert Downey Jr, que en esta tercera parte tiene más ocasiones que nunca de lucirse, puesto que el guión se centra mucho más en el Tony Stark humano que en el superhéroe. De hecho hay partes de la película que beben más del cine de acción o de espionaje que del cómic superheroico.
Mientras el film mantiene los pies pegados en tierra, resulta muy atractivo como una vuelta de tuerca a un personaje que parece haberlo perdido todo (incluso su imprescindible armadura) y debe enfrentarse a su enemigo tan solo usando su inteligencia y su buen humor a prueba de bombas (en esto hay puntos de contacto con la saga de James Bond), pero todo esto se viene al traste cuando el Stark humano deja paso a una especie de mago tecnológico que de pronto puede sacar cualquier arma tecnológica de la chistera. El final resulta tan forzadamente espectacular como tópico. Ni siquiera el posible elemento dramático, que hubiera resultado muy interesante para seguir explorando al personaje en futuras entregas, se mantiene más de cinco minutos. A estas nuevas películas de superhéroes no hay que pedirles realismo, pero sí algo de verosimilitud, máxima que Iron Man 3 mantiene durante todo su metraje para echarla por la borda en su tramo final, que parece más concebido para vender muñequitos basados en los diferentes modelos de armadura que para ofrecer una digna conclusión a la saga.
En el camino queda esa evocación del terrorismo como el gran desafío actual para Estados Unidos. De hecho el clásico enemigo de Iron Man, el Mandarín, es presentado como una especie de Bin Laden nihilista que, como es norma en este tipo de villanos, siempre va un paso por delante del gobierno y es el héroe quien debe ponerse a su altura por sí solo. Si para algo ha servido la interminable guerra contra el terrorismo es para que Hollywood encuentre una amenaza acorde con los tiempos. Esperemos que la nueva y prometedora adaptación de Superman se tome más en serio a sí misma.
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