martes, 12 de enero de 2010

TENIENTE CORRUPTO (2009), DE WERNER HERZOG. LIVING NUEVA ORLEANS.


No he tenido la oportunidad de ver la versión anterior de este mismo título, firmada por Abel Ferrara, aunque no por falta de ganas. Simplemente no he tenido oportunidad. Me la han recomendado varias veces y Ferrara es siempre una apuesta segura.

Según he leído, Herzog no ha filmado exactamente un remake, sino que ha cogido algunos elementos de la versión precedente (un policía corrupto y drogadicto que vive al límite) y ha trasladado la acción de Nueva York a Nueva Orleans, dándole un enfoque totalmente nuevo a todo lo demás.

La ciudad de Nueva Orleans después del Katrina ofrece un escenario perfecto a la historia que Herzog quiere contarnos. El arranque es magnífico, con esos policías que se divierten, con notable mala uva,a costa de un preso olvidado, encerrado en una celda que se está inundando lentamente... Y ya aquí aparecen las contradicciones del teniente, capaz de lo mejor y de lo peor. Si por un lado aprovecha su posición para robar (y consumir) toda la droga de que es capaz y es un apostador contumaz con serias deudas de juego, por otro se nos muestra también como un policía entregado a su trabajo, que apenas duerme (quizá tampoco pueda) y preocupado por que resplandezca una cierta justicia, aún a costa de métodos insólitos y a veces brutales. Claro que, con tanta droga en el cuerpo, las distracciones son inevitables... Y las alucinaciones también. Ni siquiera el espectador está seguro a veces de qué elementos son reales o no en determinadas escenas.

Nicolas Cage, un actor irregular, que no siempre sabe elegir sus papeles, compone en esta ocasión un personaje casi tan memorable como el de la recordada "Living Las Vegas". Parecen dársele bien los papeles autodestructivos. La ciudad, aunque retratada muy fragmentadamente, parece ser otro personaje de la trama: abandonada a su suerte por el gobierno americano en su momento peor, parece estar recuperándose lentamente de una catástrofe que casi acaba con ella y ese sentimiento aparece impreso en el rostro de sus ciudadanos.

Mi recomendación es que acudan a verla sin prejuicios. Se trata de una propuesta arriesgada y original en los tiempos que corren, una película políticamente incorrecta que parece hacer buena la máxima que dicta que ninguna mala acción ha de quedar sin recompensa.

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