lunes, 9 de febrero de 2009
VALKIRIA (2008), DE BRYAN SINGER. CONSPIRADORES HABITUALES.
Empieza la película con contundencia, sin medias tintas. Podemos escuchar un coro de voces recitando con hombria el juramento de lealtad de los "soldados valientes" a Hitler. Y esta idea de lealtad y hasta donde puede llegar, es una de las ideas centrales que se nos quiere transmitir. Stauffenberg no necesita que le convenzan. Sus propias experiencias en el frente le han convencido de que su Führer es un criminal, además de un pésimo estratega.
Bryan Singer es un cineasta meticuloso, aunque esta meticulosidad no se traduzca siempre en brillantez. Para mí "X-Men 2" es la cumbre de su cine, pues traduce perfectamente a imágenes el trasfondo de uno de los mejores comics de Marvel, hasta el punto de que los fans de la serie creemos estar ante los personajes hechos carne. En otras películas como "Superman returns", el excesivo afán de homenaje hacia Richard Donner acaba desvirtuando su realización. Tiene otros trabajos interesantes, como "Sospechosos habituales", que tengo que revisar un día de estos o "Verano de corrupción", basado en un relato de Stephen King.
"Valkiria" se centra, como sabemos, en el atentado que más cerca estuvo de costar la vida a Hitler. Pero empieza mostrándonos como falló el anterior, en una secuencia fascinante, llena de tensión y que es un prólogo estupendo para lo que vendrá después (pocas veces he visto a Kenneth Branagh tan contenido en un papel). Las motivaciones de Stauffenberg quedan claras desde el principio: siente literalmente en sus carnes que Alemania está perdiendo la guerra y sabe que la única oportunidad de pararla es asesinar a Hitler y tomar el poder mediante un golpe de estado. La compleja trama que va a dar lugar a todo ello está muy bien narrada y el espectador no va a perderse en ningún momento, aunque no sea conocedor de la historia de la Segunda Guerra Mundial. Tom Cruise está bien en el papel exclusivamente por su parecido físico con Stauffenberg, pero su actuación es demasiado plana, no logra transmitir la complejidad del personaje, aunque peor hubiera sido una actuación histérica al estilo Jerry McGuire. Mejor no llegar que pasarse.
Me gusta mucho la escena en la que Stauffenberg visita a Hitler en su refugio alpino. Se nos muestra una reunión de criminales tomando el té en todo su esplendor y de un solo vistazo podemos intuir la mediocridad de los personajes allí reunidos, que rien despreocupadamente el día después de que los aliados hayan desembarcado en Normandía. Y es que la camarilla que rodeaba a Hitler daría para una serie de televisión de varias temporadas. Por cierto, la composición de Hitler por parte de David Bamber, muy verídica, siguiendo la estela de Bruno Ganz.
Lo mejor de la película es su ambientación. Recuerdo un documental que ví una vez, una especie de Nodo alemán de la época en la que se nos mostraba las oficinas de intendencia del Tercer Reich, trabajando a pleno rendimiento en el año 1943. Eran edificios enormes y lúgubres, que parecían anunciar el trágico destino que le esperaba a Berlín. Singer logra transmitir la siniestra atmósfera del nazismo en sus días finales, la arquitectura de Speer y el orden funcional del amueblado de sus habitaciones, que parecen decoradas para albergar a gente de uniforme. Y el vestuario está también muy cuidado, haciendo todo ello que el film en general nos resulte creible (otra escena muy conseguida: la de la reunión en la catedral bombardeada). No todo son aciertos en la película: la secuencia del bombardeo en casa de Stauffenberg mientras suena "La cabalgata de las walkirias" me parece cogida por alfileres, aparte de que nos remite inevitablemente a "Apocalipsis Now", y tampoco hay por qué jugar con las reminiscencias del espectador.
En resumen, una película más que correcta, que no es el desastre que muchos dicen. El gran Carlos Boyero titulaba su crítica de hace dos semanas: "Suspense absurdo, Hitler sobrevivió", comparando la trama con las de Hitchcock, que siempre sorprendían al espectador. Por esa regla de tres, las películas de Hitchcock solo serían válidas en un primer visionado, cuando la capacidad de sorpresa del espectador permanece intacta y perderían su efectividad en las siguientes ocasiones que las viéramos. Sabemos que no es así. Algo parecido logra Singer. Aunque conocemos lo que va a suceder, la tensión se mantiene, al menos en mi caso y esto es un logro personal del director. Merece la pena acercarse al cine y verla sin prejuicios. Estoy deseando empezar a leer la biografía de Stauffenberg, para tener una panorámica más completa de estos hechos históricos tan dignos de estudio.
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