jueves, 7 de noviembre de 2019

EL MIEDO EN OCCIDENTE (1978), DE JEAN DELUMEAU. LOS DEMONIOS FAMILIARES DE EUROPA.

La historia de Europa no es solo la de sus batallas, la de sus reyes y conquistas. Es también la historia de la existencia de gente anónima, de sus costumbres, de sus mentalidades y de sus esperanzas. La vida de estas personas no fue nada fácil en el periodo en el que se centra Jean Delemeau, los últimos siglos de la Edad Media y los primeros de la Moderna. Antes de la Reforma, la Iglesia católica era el poder absoluto que regulaba la vida social y las prohibiciones a las que se estaba sometido en una existencia cotidiana sometida a pocos cambios, pero dominada frecuentemente por un sentimiento de difícil estudio historiográfico, pero de gran trascendencia humana: el miedo.

Y es que en aquel tiempo se vivía en un combate simbólico con Satán, considerado príncipe de este mundo y responsable de todos los males que asolaban Europa: la peste negra, el hambre, la brujería, el avance de los turcos por el continente, la herejía, las insurrecciones, el temor de la llegada del Anticristo y del fin del mundo y, como colofón, el triunfo del Protestantismo en amplias zonas de Europa. La vida era una constante batalla contra el Maligno y solo la Iglesia tenía los medios y el conocimiento para combatirlo. Se estimaba que eran los pecados de la gente los que atraían la desgracia y los alejaban de Dios. La pronunciación de una mera blasfemia podía atraer la ira divina sobre una ciudad entera. Brujas y hechiceros campaban a sus anchas y maldecían a los vecinos que les caían mal y solo instituciones como la Inquisición podían desenmascararlos. Los constantes brotes de peste, tan mortíferos como impredecibles hacían enloquecer de pavor a las poblaciones, que huían en masa de las urbes afectadas. Tampoco mi ciudad natal se libraba de este mal:

"Un médico de Málaga declaraba durante la peste de 1650 que el contagio fue tan virulento que los hombres se pusieron a huir como los animales salvajes por los campos; pero en las aldeas se recibía a los fugitivos a disparos de mosquetón."

Es difícilmente imaginable como debía ser la angustiosa vida de nuestros antepasados, a los que hechos y palabras les recordaban constamente la fragilidad de la existencia y - lo que es más grave - la facilidad con la que podían condenar sus almas. No bastaba con ser religioso, dicha virtud debía ser demostrada constantemente, puesto que cualquier vecino podía ser denunciado por sus semejantes. Nacer mujer en estas sociedades era ser doblemente sospechoso. La mujer era considerado un ser infantil, cuando no maligno, que debía ser constatemente controlada por los familiares o el marido, un ser impuro al que se le dedicaban sesudos tratados teológicos para prevenir los pecados a los que podía incitar. 

Delumeau, historiador de las mentalidades compone aquí un volumen magistral que se acerca lo mejor posible a la lucha del ser humano ordinario por adaptarse a circunstancias históricas adversas, en un tiempo en el que las exigencias de perfección moral y espiritual eran desmesuradas y el peligro de una muerte horrible estaba siempre presente, porque Satán conocía mil ardides para tentar a los hombres y perderlos. Todo se resume en la lucha contra un Satán que quiere llegar al fin del mundo en condiciones favorables, después de haber arrasado con la virtud de la cristiandad:

"Desde el siglo XIV -durante el que pestes, carestías, revueltas, avance turco y Gran Cisma habían ido sumando sus efectos traumatizantes-, una cultura de "cristiandad" se sintió amenazada. Esta angustia alcanza su apogeo en el momento en que la secesión protestante provoca una quiebra aparentemente sin remedio. Los dirigentes de la Iglesia y del Estado se encuentran más que nunca en la apremiante necesidad de identificar al enemigo. Es, evidentemente, Satán quien dirige, con rabia, su último gran combate antes del fin del mundo. En este asalto supremo utiliza todos los medios y todos los camuflajes. Es él quien hace avanzar a los Turcos; es él quien inspira los cultos paganos de América; es él quien habita en el corazón de los judíos; es él quien pervierte a los herejes; es él quien, gracias a las tentaciones femeninas y a una sexualidad tenida por culpable desde hacía mucho tiempo, trata de apartar de sus deberes a los defensores del orden; es él quien, por medio de los brujos y, sobre todo, de las brujas, perturba la vida cotidiana embrujando a hombres, ganados y cosechas. No tiene por qué resultar asombroso que esos ataques diversos se produzcan al mismo tiempo. Ha sonado la hora de la ofensiva demoníaca generalizada, y resulta evidente que el enemigo no está en las fronteras, sino dentro de la plaza, y que hay que vigilar más aún el interior que el exterior."

miércoles, 6 de noviembre de 2019

DIVINA COMEDIA (1321), DE DANTE ALIGHIERI. LA ARQUITECTURA DEL MÁS ALLÁ.

Acercarse a una obra como la Divina Comedia supone un reto para cualquier tipo de lector. Se trata de una composición poética sencillamente perfecta, que resume el pensamiento teológico-filosófico de la Edad Media en occidente y además lo mezcla con elementos de la mitología greco-romana y con la realidad de la política en la Florencia de su tiempo. Ante todo se trata de la historia de un viaje sobrenatural que emprende el poeta para visitar las estancias que pueden esperarnos más allá de la muerte: Infierno, Purgatorio y Paraíso. 

La peregrinación de Dante es ante todo simbólica, un refuerzo de las creencias del cristianismo a través del sorprendente testimonio de un viajero que ha sido testigo de los posibles destinos del alma humana: la desesperación más absoluta, la esperanza y la salvación. Cada una de las etapas, dotada de una arquitectura literaria perfecta, se divide en 33 cantos, que van describiendo en forma de versos todo lo que ve el poeta: desde las torturas infernales más terribles hasta la gloria de la visión final del Creador en el Empíreo. El amor de Dante por la arquitectura no se manifiesta solo en la perfección formal de sus versos, sino en la descripción de las estancias que va visitando de la mano de sus distintos guías, entre los que destacan el poeta Virgilio (que no puede ir al cielo por haber nacido en época pagana) y Beatriz, resumen para Dante de la belleza carnal y divina que anticipa los goces del Paraíso. 

Desde luego la parte más atractiva y más conocida para cualquier lector es la del Infierno, en la que el escritor no ahorra detalles de las torturas cada vez más abominables que se va encontrando en su viaje hasta las entrañas de la Tierra. Dante habla con algunos condenados, les pregunta quienes son y éstos exponen sus pecados y el sufrimiento eterno que conllevan los mismos. Entre dichos condenados hay personajes de la Florencia de su tiempo (a Dante le tocó vivir una época muy conflictiva en la que las luchas entre güelfos y gibelinos reflejaban el conflicto permanente entre Imperio y Papado), héroes de la Antiguedad, entes mitológicos y personajes de la Biblia. Observar los magistrales grabados que Gustavo Doré dedicó a estas páginas es el mejor complemento a su lectura. El Purgatorio sigue siendo una montaña terrible, cuya escalada puede ser facilitada a través de misas dedicadas a las almas que emprenden su subida. Aunque está lleno también de sufrimientos - no comparables a los del Infierno - lo que prima en este lugar es la esperanza, pues, por mucho que se tarde en culminar el camino, la recompensa al final del mismo es la vida eterna. El Cielo es ante todo un lugar de luz, una estructura tan perfecta como su creador, en la que cada Santo y Patriarca tiene su lugar establecido y en la que Dante va avanzando por lugares cada vez más maravillosos para al final enfrentarse a lo que no puede describirse con palabras, esa visión divina que solo está reservada para las almas que supieron ser perfectas en su existencia terrenal. 

Si algo queda claro, aparte de la maestría poética de Dante, es que el florentino poseía una vasta cultura que resume todos los conocimientos de su tiempo. En la Divina Comedia conviven teología, ciencia, mitología, filosofía e historia, disciplinas que intentan dar coherencia a una cosmovisión medieval de una existencia que debe ser destinada sobre todo a la salvación del alma. El libre albedrío otorgado a todo hombre debe ser sacrificado en pos de la obediencia a los preceptos divinos, aunque no vaya a ser sencillo elegir en un siglo que llegará a ser testigo del escándalo de la existencia de dos papas al mismo tiempo:

"El don mayor que Dios en su largueza
nos otorgó al crearnos - a su pío
corazón el más grato, a su grandeza
el más conforme - fue el del albedrío,
que los seres que Él hizo inteligentes
gozan, ellos no más, en señorío.
Ahora, el valor verás, si paras mientes,
de un voto en que se cumpla en modo exacto
que Dios consienta cuando tú consientes;
que al cerrar entre Dios y el hombre el pacto,
éste a Aquel sacrifica tal tesoro
de libertad, cual digo, en ese su acto."

lunes, 4 de noviembre de 2019

TIEMPOS RECIOS (2019), DE MARIO VARGAS LLOSA. FAKE NEWS EN GUATEMALA.

El siglo XX fue una época terrible para la mayoría de los países de América Latina. Atrapados entre dictaduras inhumanas, revoluciones sangrientas, guerras civiles, terrorismo, guerrilla e intervenciones extranjeras, para países como Guatemala la llegada de una democracia plena fue casi una utopía hasta llegada la mitad de los años ochenta. No obstante, el intento más sólido lo protagonizaron a mitad de siglo dos presidentes sucesivos, que trataron de de reflejar a Guatemala en el espejo de la democracia estadounidense: Juan José Arévalo y Jacobo Árbenz. Este último fue despojado trágicamente de la presidencia a través de un vil golpe de Estado auspiciado por la CIA.

El arquitecto del golpe fue Edward Bernays, un publicista, genio de la propaganda, que fue contratado por la United Fruit Company (una multinacional estadounidense que veía amenazados sus intereses en Guatemala con las medidas de reforma agraria auspiciadas por Árbenz), para hacer creer al gobierno de Estados Unidos que el país centroamericano vivía una revolución comunista que amenaba los intereses norteamericanos. Aunque parezca increíble, una mentira tan evidente - Árbenz más bien quería acercarse a su gran vecino del norte y tomar sus instituciones como modelo de la flamante democracia guatemalteca -, fue finalmente asumida los estadounidenses actuaron según la lógica de la Guerra Fría, para imponer como gobernante al mediocre Castillo Armas como dictador, un militar que fue sustituido varios años después por medio de su asesinato. 

Pero lo que más fascina a Vargas Llosa de todo este proceso y uno de los principales motivamente para lanzarse a la escritura de Tiempos recios, es esa idea de fake news, de esas mentiras obvias que son manipuladas a través de sofisticadas técnicas de propaganda para que sean creídas por el público para crear un estado de opinión pública favorable a ciertos intereses. Hasta la intervención de Bernays, apenas había estadounidenses que supieran ubicar Guatemala en el mapa. Al poco tiempo, el pequeño país centroamericano se había convertido en un foco constante de noticias que lo situaban como la principal amenaza comunista de la región. Como dice Vargas Llosa en una entrevista publicada por el suplemento cultural Babelia:

"Las fake news tienen un éxito absoluto. Bernays, ese sobrino de Sigmund Freud que tiene la idea de que la publicidad va a ser el principal instrumento de poder en el siglo XX, se inventó que Guatemala se estaba convirtiendo en un satélite soviético porque la URSS quería entrar en América Latina para apoderarse del canal de Panamá. Es una fantasía delirante que contradice el proyecto de Árbenz, que quería hacer de Guatemala un país moderno, una democracia capitalista. Cuando reparte las tierras a medio millón de campesinos guatemaltecos, busca la forma para que ellos fueran empresarios privados de esas tierras, para que no fueran descapitalizados otra vez por los latifundistas. Es una de las grandes injusticias históricas que este Gobierno democrático elegido en elecciones libres fuera derrocado por una conspiración que lo acusaba de comunista."

Pero Tiempos recios es mucho más que la historia de una mentira. Se trata de una magnífica novela, que remite por momentos a La fiesta del chivo, llena de personajes memorables, algunos muy enigmáticos, como Marta Borrero, que jugó un papel importante, pero brumoso en esta historia y muchos de ellos canallas que consagran su existencia a hacer realidad los deseos de sus gobiernos, como el embajador Peurifoy o el dominicano Johnny Abbes, que personalizó la ayuda del régimen de Trujillo a un golpe de Estado que desató todos los demonios sobre Guatemala, causó de miles de muertos, saqueó a los campesinos pobres que habían recibido tierras de la reforma agraria e influyó para mal en todos los países del entorno, empezando por Cuba, cuya revolución comprendió que tenía que acercarse a la Unión Soviética desde el primer instante para blindarse frente a una intervención similar de los estadounidenses. Al final tanto sufrimiento solo benefició realmente a la United Fruit Company, la multinacional que tanto daño hizo a Latinoamérica y que acabaría quebrando unos años después.