Weapons parte de una premisa interesante: la desaparación una noche de una clase entera de niños, salvo uno. Sin explicación aparente, los niños huyeron de sus casas corriendo con los brazos extendidos y no se ha vuelto a saber de ellos. Durante la primera parte de la película los padres acosarán a la profesora, a la que creerán implicada en los sucesos, aunque, como sucede en este tipo de producciones, la explicación final es mucho más siniestra. La película de Cregger intenta ser original al mostrar los hechos desde diversos puntos de vista: el de la profesora, el de uno de los padres, el de un policía, amante de la primera y el de un delincuente juvenil que se verá implicado en los hechos a su pesar. Al final todo se desmadra y el misterio se descubre, aunque no se ofrezca una explicación coherente al mismo. Tampoco se sabe cómo es posible que la policía no haya investigado más a fondo lo que podía verse solo acercándose a una determinada ventana, pero eso tampoco es algo que estropee el resultado final. Lo que lo hace es que todo sea tan convencional y tantas veces visto (y eso que yo no soy especialmente aficionado al género del terror), y que me deje como espectador con una sensación de pérdida de tiempo al haberme acercado a una de las presuntas revelaciones cinematográficas del año.
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