Pero esta decisión tiene su motivación. Los siguientes capítulos serán una descripción pormenorizada de los años precedentes, los de una infancia y adolescencia marcadas por la de un padre absolutamente autoritario y una madre sometida al poder de éste. Un machismo en grado extremo que, contra lo que se pudiera pensar, no se describe de forma especialmente violenta, sino de un modo, si acaso, más cruel: como el de una convivencia día tras día con un monstruo que ofrece dosis cada vez más enormes de desamor y sometimiento. El hijo es un testigo impotente de esta realidad y, cuando es un hombre, decide que su única forma de reacción es la ruptura, dado que a él le ha afectado psicológicamente esta forma de existencia y necesita separarse de un pasado que va a condicionar el resto de sus días.
Quizá el personaje más interesante de El aniversario sea el de la madre. Se trata de alguien sin personalidad, con su autonomía absolutamente anulada primero por su familia paterna y después por su marido, pero que, aunque sea de forma inconsciente, busca tímidamente espacios de libertad personal en los que pueda experimentar pequeños momentos de libre albedrío. En la sociedad italiana de los años setenta y ochenta, esta no va a ser tarea fácil, pues no va a poder encontrar ayuda en este anhelo secreto, salvo el aliento esporádico de alguna amistad efímera. Con una escritura muy precisa, El aniversario narra una historia tan cruel como cotidiana, uno de esos dramas que están ante nuestros ojos, pero que no suelen advertirse como tales.
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