Que la novela distópica de George Orwell sea utilizada como uno de los grandes símbolos de nuestro tiempo debería producirnos al menos un poco de inquietud. Todo está ya conectado de una manera irreversible. Personas y máquinas. La idea de privacidad hace tiempo que es una quimera, un lujo reservado para las pocas personas que siguen viviendo en un estado salvaje. El resto hemos entrado en una espiral de placeres y comodidades que pagamos a un alto precio. Algorítmos cada vez más sofisticados controlan nuestras vidas y nuestros gustos, la publicidad se personaliza cada vez más y llegará el día en que las agencias elaboren productos totalmente adaptados a nuestros más íntimos deseos, productos que nos serán absolutamente irresistibles y que no podremos dejar de consumir, porque la misma idea de felicidad estará vinculada a ellos.
El libro de Gómez de Ágreda no es tanto una advertencia como una constatación de lo que viene, de la realidad a la que tendremos que enfrentarnos en los próximos años. Series como Black Mirror no son ciencia ficción, sino una pequeña anticipación (a lo mejor un tanto exagerada, ojalá) de lo que se nos viene encima. Pero no solo están en peligro nuestras libertades. La misma idea de democracia está siendo violentada a favor de oscuros intereses que adaptan su discurso a lo que el ciudadano quiere oir, para después gobernar a favor de unos pocos, mientras siguen siendo capaces de convencer al votante de lo contrario. Unos votantes de mente cada vez más dispersa, incapaces de concentrarse en un solo asunto durante más de diez minutos, acostumbrados al placer inmediato y ajenos a la idea de construir.
Mundo Orwell repite un discurso ya sabido, pero lo hace desde la perspectiva de un militar que conoce bastante el concepto de ciberguerra, un asunto al que dedica bastantes pasajes del libro. Quizá sea éste el peligro más oculto y más terrible de todos: el de un ciberataque que nos deje apagados, huérfanos de una tecnología de la que dependemos para prácticamente todo y abocados a una especie de nueva Edad Media.
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