miércoles, 12 de agosto de 2015

ANT MAN (2015), DE PEYTON REED. PEQUEÑO GRAN HOMBRE.

Creo recordar que conocí al Hombre Hormiga, ese superhéroe tan peculiar, con ocasión de su participación en una de las mejores historias de Los Vengadores, La guerra Kree-Skrull, en la que se introducía en el cuerpo del androide Visión para repararlo, quizá por influencia de la película Viaje alucinante, de Richard Fleischer. En ese cómic lo verdaderamente alucinante eran los dibujos del gran Neal Adams, que aprovechó como nadie las posibilidades que ofrecía esta excursión a un mundo en miniatura.

Así pues, Hank Pym, bajo sus identidades de Hombre Hormiga, Chaqueta Amarilla o Goliat, siempre ha sido un secundario del Universo Marvel, aunque gozando de grandes momentos en las páginas de Los Vengadores. Una de las particularidades del personaje, que muchos no saben, es que en los cómics él fue el padre de Ultrón y no Tony Stark. Además, Pym es famoso por haber maltratado a su compañera sentimental, la Avispa, un rasgo de su personalidad que se desarrollaba con maestría en la versión Ultimate de los héroes de Marvel. Es evidente que hubiera sido interesante (y aún más teniendo a Michael Douglas como protagonista) desarrollar este aspecto, pero entonces Ant Man hubiera sido una película de tema sórdido y hubiera alejado a la gente más joven de las salas. En cualquier caso el argumento no está mal planteado: Henry Pym es un hombre maduro, retirado del oficio superheroico desde que una misión salió mal y perdió a su esposa. Ahora necesita reclutar a alguien más joven para que se familiarice con su traje y le ayude a parar los pies a un ex alumno que intenta usar su tecnología con fines oscuros.

Se nota que como Ant Man no es un personaje tan icónico como el Capitán América o Iron Man, el director ha tenido cierta libertad de incorporar grandes dosis de humor a un guión que tiene su principal baza en el hecho de no tomarse demasiado en serio a sí mismo, aunque esté repleto de tópicos. Lo mejor de la película es sin duda la presencia de un Michael Douglas que otorga dignidad a su personaje e incluso protagoniza una curiosa escena en la que aparece treinta años más joven. Los efectos especiales, como no podía ser de otra manera, son otro de los puntos fuertes de la función y se utilizan con inteligencia al servicio de la historia. Un buen entretenimiento veraniego y una nueva incorporación al universo cinematográfico de Marvel, cuyo éxito nos anuncia que todavía quedan superhéroes para rato.

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