sábado, 3 de diciembre de 2011

UN MÉTODO PELIGROSO (2001), DE DAVID CRONENBERG. EXPLORADORES DE UN NUEVO MUNDO.


Es esta una de las películas que más deseaba visionar este año. Cronenberg ha dejado de especializarse en cine de terror y aborda con maestría otros géneros en producciones que, al final, siempre dejan al espectador inquieto, con más preguntas que respuestas. Eso es lo que yo suelo pedirle a una tarde de cine.

Hace unos años tuve la oportunidad de entrar en el despacho de Freud. En realidad es un lugar acondicionado para turistas, donde el principal interés es que la gente pase por la tienda para comprar algún carísimo recuerdo del padre del psicoánalisis. Pero si uno se abstrae del ambiente, puede sentir que aquel es un lugar muy especial, el lugar donde la concepción tradicional del hombre fue puesta patas arriba.

Aquí se abordan con mucha valentía las relaciones entre Freud y Jung, alumno y discípulo que terminaron rompiendo por no querer este último sumarse a la ortodoxia freudiana. La escena del encuentro entre los dos genios es realmente fascinante. Pasean por el parque que inspiró a Freud su teoría del complejo de Edipo (precisamente de Edipo he quedado bien empapado en mis últimas lecturas) y luego van al despacho de Freud, donde tiene lugar la famosa escena de la precognición que Jung cuenta en sus memorias. La conversación dura tantas horas que es Freud el que tiene que darle fin. Ambos estaban explorando un continente desconocido, que chocaba con la moral de la época. Aún así llevaban una vida burguesa basada en el matrimonio tradicional. Luego continuaron con una rica relación epistolar y algún encuentro más hasta la ruptura.

Jung, que es el protagonista de la cinta, va a ser transportado a los abismos de los deseos más ocultos a través de la relación con una paciente, que se convertiría en la famosa psiquiatra Sabina Spielrein. Así, Jung se debate entre la moral establecida, que le pide respetar su matrimonio y la pasión irracional que le despierta Sabina, con la que puede dar rienda suelta a sus instintos de dominación. El sentimiento de culpa es inevitable, intentando averiguar cual de estos dos seres que habitan en él mismo es el más auténtico.

Una película valiente, redondeada con excelentes interpretaciones y una gran recreación de una época irrepetible. Me habría gustado que tuviera mayor duración, para desarrollar aún más las relaciones entre los personajes, pero aún así la historia que cuenta, aún sabida, es fascinante al ser trasladada al medio cinematográfico.

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