miércoles, 18 de noviembre de 2009

MOON (2009), DE DUNCAN JONES. TRES AÑOS DE SOLEDAD.


Particularmente, tengo una relación amor-odio con el cine de ciencia-ficción. Si bien en el ámbito literario existe gran abundancia de obras maestras, tanto en su vertiente sociológica como en la más tecnológica, si miramos a la historia del cine, tradicionalmente, o al menos hasta los años 70 se le consideró un género menor, un divertimento de serie B.

Cierto es que la llegada de "2001, una odisea del espacio" (1968), de Stanley Kubrick supuso una auténtica revolución otorgando al género un halo intelectual del que, salvo honrosas excepciones, había carecido hasta ese momento. A esta le siguieron una serie de producciones que intentaban jugar con los relatos de especulación futura trasladando sus mensajes al presente. Títulos como "Capricornio uno" (1978) (ya comentada en este blog) "Atmósfera cero" (1981), de Peter Hyams, o "Naves misteriosas", de Douglas Trumbull, dignificaron el género y contaron en ocasiones con generosos presupuestos que ambientaban perfectamente la historia. Cierto es que la irrupción de "La guerra de las galaxias" en 1978, a pesar de constituir en sí misma una gran película de aventuras (y aún mejorada en la posterior "El imperio contraataca") fue en cierto sentido un paso atrás en la tendencia del género hasta ese momento, pues finalmente acabaría derivando en los años ochenta en "space operas", más o menos espectaculares, con excepciones, como las películas de Ridley Scott, que aunaban a la perfección efectos especiales y contenido filosófico y especulativo.

"Moon" quiere ser una especie de homenaje a toda esa época del cine de ciencia ficción, por lo que el espectador que ya haya visto alguna de las películas anteriormente mencionadas no dejará de tener una sensación de déjà vu durante buena parte de su metraje, pues las referencias son constantes e incluso acaban tragándose su argumento principal.

La idea del astronauta solitario que cuida una planta de energía vital para la Tierra en la cara oculta de nuestro satélite es ciertamente original. Ciertamente, da una nueva dimensión a la idea de encontrarse "lejos del mundanal ruido". Los problemas terrestres quedan muy lejos, allá en el horizonte, lo que no impide que el astronauta viva obsesionado con ellos, con su vuelta a la realidad tras tres años de soledad. Lo que resulta fastidioso es que el principal misterio de la trama se nos desvele a mitad de metraje, pareciéndome el resto del mismo un alargamiento innecesario. Poco más se puede decir de su contenido sin desvelar puntos esenciales del argumento y no me gustaría hacerlo. Sí que es cierto que no se trata de una propuesta cinematográfica enteramente desdeñable. Al director (hijo de David Bowie, por cierto, por si alguien no lo sabe todavía) se le nota garra y oficio y resulta ciertamente original en nuestros tiempos que filme sin efectos digitales. Para quien sienta nostalgia de las mágicas maquetas de antaño, esta es su película. En cualquier caso, habrá que seguir la carrera de Duncan Jones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario