domingo, 15 de noviembre de 2009
LOS LIBREROS ANTE EL LIBRO ELECTRÓNICO.
El libro electrónico se asoma por la esquina como un Leviatán que amenaza con engullirlo todo y provocar un auténtico apocalipsis en la cultura tal y como la veniamos conociendo hasta ahora.
Al igual que ha sucedido con el negocio musical y, en gran medida, con el cinematográfico, sabemos que en cuanto se generalice el uso de este nuevo artefacto no tardarán en aparecer copias de libros descargables directamente por internet, por lo que, virtualmente, el poseedor de un e-book va a gozar de una biblioteca casi infinita, de un mundo de posibilidades enormes, de acceso, con el tiempo, a cualquier obra que se haya editado, ya sea hace siglos o ayer mismo. Esta es una realidad incontestable, que va a superar los más locos sueños borgianos de cualquier aficionado a la lectura. Ya Javier Marías está advirtiendo en sus últimos artículos que esta va a ser la puntilla de la literatura, pues, una vez que no se vendan libros, habrá pocos autores que trabajen exclusivamente por amor al arte.
¿Es esto lo que nos espera? ¿El acceso a toda la cultura del pasado a cambio del anquilosamiento de la misma en el futuro? Difícil es hacer predicciones en un mundo que avanza tan rápido. Desde luego, la literatura no va a ser fulminada, al igual que la música no lo ha sido por las descargas ilegales. Los editores y libreros tendrán que afrontar la situación y poner en valor ese producto que tanto amamos: el libro de papel.
Nada, y repito, nada, va a poderse comparar nunca con la gozosa sensación de sostener un volumen de papel, de acariciar su textura, olerlo, descubrir antiguas anotaciones en un libro de segunda mano, contemplar una estantería llena de obras que son en cierto modo el resumen de la propia vida... Los libreros tienen la misión de transmitir esto a los lectores, hacerles ver que cada libro individual es un objeto valioso en sí mismo y, a veces, incluso un objeto artístico. Las librerías han de dejar de ser meros comercios para convertirse en auténticos centros culturales donde el libro sea objeto de homenaje constante, a través de talleres de lectura, presentaciones, debates... El cliente ha de dejar de ser un mero cliente para convertirse en un colaborador implicado en la dinámica de las actividades de la librería. Complementar la tradicional lectura individual y solitaria con la lectura compartida, pero no a través de los fríos foros de internet, sino añadiendo el contacto humano, tan necesario en nuestra época.
El libro electrónico está aquí para quedarse. Y si sabemos utilizarlo sabiamente, será un complemento ideal en nuestra vida lectora habitual. Pero no acabemos por ello con nuestras formas tradicionales de lectura, enriquezcámoslas y unámonos en torno a ellas.
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Miguel, me da pánico pensar que el libro en papel pueda llegar a desparecer. Que se vuelvan piezas de coleccionistas, cómo los discos de vinilo.
ResponderEliminarCómo tú dices puede que el libro electrónico sea un complemento que poco a poco iran imponiéndose.
Saludos cordiales
L;)
No creo que eso suceda a corto plazo. A largo plazo, ya veremos...
ResponderEliminarLo que sí os digo, hace unos dias visitando una librería y comprobando que el libro que buscaba no lo tenían, me ofrecieron realizar una impresión a pedido mío. Pero me asaltaron muchas dudas y rechacé el ofrecimiento.Cordiales saludos.
ResponderEliminarPues creo que eso de la impresión a la carta es toda una novedad y creo que bastante ventajosa para el lector. Son máquinas que almacenan en su memoria cientos de miles de títulos que el lector puede elegir para una impresión personalizada. Así podemos tener acceso a libros agotados y no desperdiciar ni un gramo de papel.
ResponderEliminarUn cordial saludo.